Miseria en la alta cocina: Los becarios en los restaurantes de lujo.

Comer ha pasado de necesidad a lujo. Cocinar ya no es un acto de supervivencia, sino un arte. Aparecen estrellas Michelin en nuestro país como por arte de magia. Estamos hablando de 300 euros por cubierto, o más, mucho más, la gastronomía de la burguesía va más allá de lo imaginable, sin embargo esta historia tiene una cara oculta: Los becarios.

En el medievo la gran mayoría de la población era campesina, sin embargo algunos podían acceder a  otro tipo de trabajos artesanales después de un duro periodo de aprendizaje con un maestro. Era una vida dura, desde la infancia trabajando y recibiendo lo justo para vivir, pero con seguridad de que pasados esos años el aprendiz lograría ser uno más del gremio y podría disfrutar de los privilegios de ser un maestro artesano. El capitalismo acabó con los gremios, los maestros y, sobretodo, con esos privilegios laborales que eran incompatibles con la explotación. Sin embargo adaptó esa faceta brutal y práctica de los aprendices a su modo de producción, con un pequeño matiz, ya no había ningún puesto asegurado, ni tampoco el empleador se encarga de tu manutención. Hemos llegado a la época de los becarios, el trabajo gratuito.

La juventud, la supuesta debilidad femenina, la falta de experiencia, han sido siempre las excusas que ha utilizado el capital para pagar menos a sus trabajadores. El salario ideal para el empresario es aquel que no existe, porque los salarios son un gasto más que reduce los beneficios. Cada euro de salario es un euro menos de ganancia. No es de extrañar entonces que nos encontremos con plantillas de trabajadores dónde la mitad de ellos son aprendices.

Salarios de 600 euros mensuales (o menos) a cambio de jornadas laborales de hasta 18 horas diarias, de tener 20 minutos para comer, de vivir hacinados en el sótano de la empresa como en el caso del restaurante Martín Berasategui o en un piso patera como los 16 becarios del chef Ángel León, aunque estos son sólo algunos ejemplos.  Ejemplos que vienen a demostrar que en este tipo de establecimientos el contrato y el estatuto de los trabajadores no valen nada, el trabajador debe adaptarse a las condiciones del local, y si hay que trabajar sin comer, se trabaja, si hay que comer de pie, se hace, si hay que estar frente a los fogones más de 10 horas seguidas, se está. Y desde luego no se trabaja en un ambiente de camadería y compañerismo, aquellos que han trabajado en este tipo de locales denuncian la presión que sufren de parte de sus jefes, la falta de compañerismo fomentada por una competitividad descarnada, los insultos constantes sustituyen al látigo. Mientras que algunos privilegiados disfrutan de un menú de 500 euros otras personas, muy cercanas a ellos, viven un auténtico infierno. Un infierno voluntario, eso es cierto, ya que muchos jóvenes apuestan por esta salida laboral, están dispuestos a sufrir por codearse con sus ídolos, la televisión los idealiza (Ferrán Adrià, Martín Berasategui o Muñoz seguro que no son nombres desconocidos) y genera una irreal, pero atractiva, del trabajo en la alta cocina.

Los trabajadores de la cocina denuncian los exitosos programas de cocina como Masterchef, que se alejan del bonachón carácter de Arguiñano o David de Jorge, idealizan la alta cocina y provocan que muchos jóvenes, con o sin verdadera vocación, se lancen a este oficio. No saben dónde se están metiendo.

Entre la altísima explotación, la tensión y los insultos en el trabajo, el desgaste físico, los bajos salarios y la gran oferta de mano de obra es difícil que un becario duré en uno de estos restaurantes más de seis meses. Esta temporalidad y falta de compañerismo hace inviable la organización y lucha obrera, un problema menos para el empresario. No es de extrañar que a medida que aumentan las estrellas michelín de un restaurante aumente también el porcentaje de becarios de esta. En los restaurantes de 3 estrellas michelín lo habitual es que el 80% de la plantilla sean becarios, la cifra baja al 50% en el caso de dos estrellas y entre el 10% y el 30% en los establecimientos de una estrella.

Y esta no es una práctica que se dé únicamente en la cocina, encontramos becarios y aprendices sometidos a duras condiciones laborales en diferentes trabajos. Más aún, el gobierno impulsa y promueve este tipo de relaciones laborales para la juventud. Un buen ejemplo de ello es el Plan de Garantía Juvenil, propuesto por el partido socialista europeo y aplicado en nuestro país, este plan da ayudas (exenciones fiscales) a los empresarios que contraten a jóvenes como aprendices por el 75% de salario.

El objetivo de la clase empresarial no es otro que el de obtener trabajadores gratuitos, esto hace que la Juventud afronte unas condiciones laborales muy precarias como es el caso de los becarios. No hay futuro digno para los jóvenes en mundo en el que imperan las leyes de la ganancia, y sino que les pregunten a los aprendices y becarios.


  Fuentes:

http://www.publico.es/sociedad/16-becarios-chef-angel-leon.html

http://www.elconfidencial.com/espana/2017-04-24/los-becarios-de-adria_1371187/

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