Juana Doña, la que nunca se rindió

Bertolt Brecht hablaba de los imprescindibles, de los que luchan toda la vida. Juana Doña se afilió a las Juventudes Comunistas con 14 años, en 1933, formó parte de la Agupación de Mujeres Antifascistas, tras intentar exiliarse ante el golpe de Estado del coronel Casado es retenida en un campo de concentración franquista (El Campo de los Almendros), luego permanece varias semanas escondida en Madrid a la vez que luchando por la liberación de camaradas presos y la reestructuración del Partido Comunista, hasta que es arrestada en diciembre de 1939, es encarcelada y torturada hasta que sale en libertad en mayo de 1941. Días más tarde, su marido, Eugenio Mesón, que llevaba en la cárcel desde el final de la guerra, es fusilado. Pero su vida de lucha no se acaba ahí. Por eso, hoy, desde Tinta Roja, queremos rendir homenaje a la camarada Juana Doña, la que nunca se rindió.

"Por las prisiones han pasado miles y miles de mujeres; no ha habido una sola lucha antifascista donde las mujeres no hayan participado. Ellas han estado presentes desde las primeras organizaciones clandestinas que empezaron a montarse en el mismo trágico verano de 1939, hasta en los riscos de las montañas como guerrilleras; a lo largo de casi cuarenta años de lucha contra el franquismo, no han habido solo colaboradoras, sino organizadoras de la resistencia, han sido una cantera inagotable que ha nutrido la diversidad de formas clandestinas a lo ancho y a lo largo de nuestro país."1 Con estas palabras, Juana Doña justifica que, tras una vida infatigable de lucha y militancia y 40 años de resistencia antifranquista, todavía le quedaban muchos frentes en los que batallar. Ella se comprometió con el de la recuperación y dignificación de la memoria de todas las mujeres luchadoras activas, que no claudicaron nunca frente al enemigo. Mujeres que no habían sido valoradas, cuyo papel se había dejado en segundo plano, pero que colaboraron tanto como sus camaradas varones, y nunca desistieron. También sufrieron por ello un sistema penitenciario que buscaba anular la identidad de los que se atrevían a enfrentarse a él, y que asesinaba a sus maridos, compañeras, robaba a sus hijos, expropiaba a sus familias. Pero nunca se rindieron.

Cuando le preguntaban, Juana Doña explicaba que se afilió a las Juventudes Comunistas por una tontería. Su padre era simpatizante del partido y llevó un día a casa un librito, Juana, creyendo que eran poesías lo leyó. Fue así como conoció las letras de La Internacional o La joven guardia. Sin embargo, no conocía el significado de la palabra "paria", por eso fue a preguntárselo a un vecino de su calle, en Lavapiés. Cuando se lo explicó, Juana respondió, "Pues yo soy una paria". Así comienza a militar en las Juventudes Comunistas y pronto destacó por su tesón y su intensa participación. A los pocos meses, en el transcurso de una huelga general en Madrid fue detenida por su participación en el piquete. Esta vez era la represión ejercida por la II República, responsable también de una segunda detención en 1935, por su participación en una reunión clandestina de la Agrupación de Mujeres Antifascistas, como secretaria femenina del Comité Central de las Juventudes Comunistas.

A Eugenio Mesón lo conoció en las Juventudes Comunistas y en mayo de 1936 se casaron. Cuando estalló la guerra, Juana estaba embarazada y se encargó de labores de retaguardia y de ayuda en el frente, además de seguir en el Comité Provincial de la Agrupación de Mujeres Antifascistas. En marzo de 1939, la Junta personificada en el Coronel Casado vendió la lucha del bando republicano entregando Madrid a los franquistas, de forma que Juana y su hijo Alexis, de apenas un año de vida, deben huir dirección Alicante. Sin embargo, Eugenio Mesón, junto con un grupo de las Juventudes Socialistas Unificadas son entregados al enemigo, detenidos y condenados a muerte. En julio de 1941, estos hombres, Eugenio Mesón, Domingo Girón, Guillermo Ascanio y otros de los que apenas dan su nombre, son fusilados. En la última carta que Eugenio le escribe a Juana, en la capilla a horas de ser fusilado, le pide: "No llores, aprieta el corazón como lo aprietan diariamente millares de muchachas soviéticas que pierden la ilusión personal de su vida en los territorios de la frontera soviética. Sé que eres valerosa, y sobretodo comunista."2

Juana Doña siguió entonces trabajando por la libertad, y en 1944 regresa a la lucha clandestina desde el Sector Sur del Comité Provincial del PCE. Su actividad se detiene en 1947, cuando es de nuevo detenida, torturada y condenada a muerte. Sería la última condenada a muerte del Gobierno franquista, y solamente la presión internacional y la intercesión de Evita Perón hace que se le conmute la pena a 30 años de prisión. Saldría en 1961 y desde Francia, aún vinculada al PCE se vincularía al movimiento feminista fundando el Movimiento por la Liberación e Igualdad de la Mujer. Publicaría entonces varios libros Mujer, Desde la noche y la niebla, en la que desde la ficción narra su experiencia en las cárceles franquistas, Gente de abajo y Querido Eugenio, en donde hace públicas las cartas y el blog escrito por Eugenio Mesón. Pocas semanas después de la publicación de Querido Eugenio, Juana Doña moría, no sin lamentarse de no haber hecho pública esta parte de su historia antes, especialmente para dejar muy claro algo que no cesó de repetir: "Madrid no se rindió. La Junta del coronel Casado se la entregó a Franco. Ya lo quise decir en el primer libro que escribí, pero entonces Santiago [Carrillo] me dijo que no lo publicara, que no era el momento, que no convenía. Era la transición"3.

AddThis Social Bookmark Button