Filosofía básica para la juventud revolucionaria (I) Introducción

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Damos inicio a un ciclo de artículos, sencillos pero completos, sobre aspectos de la filosofía: autores, autoras, corrientes y debates, enfocados desde una perspectiva científica, crítica, revolucionaria, sacando a la luz lo que en los libros de texto queda oscuro, bajando a tierra a la filosofía que se aleja de nosotros. Autores como Kant, Camus, Sartre u Ortega, y temas como el mejor gobierno, la ética, la religión, los medios y los fines o la inteligencia artificial, ocuparán nuestras páginas próximamente. Hoy empezamos con una breve introducción, pero continuaremos metiéndonos de lleno en los temas.

En Tinta Roja nos complace dar comienzo aquí y ahora mismo a lo que es nuestra primera incursión más o menos seria al campo de la filosofía. No somos filósofos, somos estudiantes y trabajadores, y aunque alguno hemos pasado algo de tiempo en alguna facultad de filosofía, quizás hemos aprendido más en la biblioteca, en bares, en la calle y en el curro, que en clase. Sea como sea, en este ciclo de artículos vamos a abordar temas de lo más variado, desde autores y autoras concretas a problemas generales de la filosofía, incluso a temas que parecieran no tener nada que ver con la filosofía, para descubrir que no es así. Si la filosofía no es más que “movidas raras de esos que están en las nubes”, la filosofía no vale. Nosotros queremos que sea un arma: un arma social y política, de debate y de cultura, y para ello hemos de entenderla no con el prisma del profesor académico o del intelectual posmoderno, sino con nuestro punto de vista: el de quien levanta la mano en clase para cuestionar, el de quien no se cree del todo lo que pone en el libro de Historia y el de quien quiere entender la filosofía desde un punto de vista útil y revolucionario, alejándose de los análisis abstractos y “neutrales” de la filosofía oficialista.

Todo el mundo pregunta siempre que qué es la filosofía, y todo hijo de vecino cree tener siempre una respuesta brillante y definitiva. Pues no. Más o menos, la filosofía es la construcción y el desarrollo del pensamiento humano en relación a temas sociales, científicos, éticos, espirituales, etc. pero abarca un campo tan amplio de cuestiones y este campo abre y cierra sus fronteras y se mueve tanto que ahora mismo no nos interesa meternos en eternos -sin final- debates sobre qué es y qué no es la filosofía.

Lo que nos interesa es que las distintas posturas filosóficas -ya sean sobre metafísica, ética, política, estética…- y sus autores representan distintas formas de pensar y actuar en la vida, y estas distintas formas dependen del contexto social, de la posición social, de las relaciones de poder, de quién te paga para “filosofar”, de la educación recibida, de las compañías, de las sustancias extrañas que el autor haya ingerido o no, y de muchas cosas más; pero en este orden. El contexto y la posición social, de clase, de cada autor o corriente, es determinante.

Esto no significa que todos los filósofos y filósofas que no sean marxistas -o bueno, progresistas- sean malos y reaccionarias; pensadores de aquí y allá, del siglo XX o del V han contribuido en su tiempo al desarrollo de las ciencias, de los debates, del avance social y político, aunque fueran generales romanos, esclavistas griegos, intelectuales francesas o sacerdotes españoles; bueno, españoles pocos, pero alguno. El problema -uno de los problemas, vaya- es que la forma en que la filosofía y la figura de los filósofos se presenta a la sociedad y se imparte, por ejemplo, en ESO y Bachillerato -si no es que en tu comunidad la han eliminado ya- es una forma desapegada, alejada de los problemas reales de la vida. Una forma abstracta, que no tiene en cuenta para qué sirve socialmente cada posición filosófica y qué es lo que motiva que alguien piense así o asá.

Los intereses que hay tras cada filosofía son de muy distinta forma: puede ser incluso que un filósofo defienda una postura pensando honestamente que está defendiendo la verdad neutral, abstracta, no-partidaria y que ni su grupo social, ni las corrientes de su época ni nada le influye, cuando realmente -objetivamente- su filosofía ayuda a apuntalar un sistema de gobierno, unos prejuicios morales, unas tradiciones injustas, o cualquier otra cosa. Esto sucede porque cada uno ve lo suyo como lo normal y lo neutro: el ejercicio de ver la sociedad en su conjunto, las contradicciones que van y vienen y las expresiones culturales -osea, las filosofías- que de ellas surgen, que justifican o combaten unas u otras costumbres, es la tarea de la persona revolucionaria. No del filósofo revolucionario, que es una figura un tanto informe (¿somos todos filśofos, o ha de haber especializados, hasta qué punto?).

Este esquema de intereses se dá en la mayoría de debates y cuestiones filosóficas de la historia. La intención de este ciclo de filosofía básica es abordar todas las filosofías, debates y autores que podamos y desvelar los intereses, prejuicios y limitaciones de cada uno. No al estilo “mira este autor qué original, qué cosas más raras dice” sino “mira este autor qué dice, por qué lo dice, a qué grupo social está atacando o beneficiando con lo que dice y cómo podemos rebatirlo, si es necesario”. La filosofía no es una desapasionada y neutral búsqueda de la verdad, sino que, como decíamos, defiende o ataca unas instituciones, costumbres o tradiciones. Y esto lo hace no por arte de magia o por la razón pura o por las ideas innatas de cada uno, sino por algunas razones de carácter social, psicológico, educacional, etc.

Está muy claro que el clero católico en la Edad Media, por ejemplo, desarrollaba su filosofía con el objetivo de mantener, reforzar y apuntalar el poder social y espiritual de la iglesia y la nobleza. Pero, ¿la filosofía de Platón, tenía por objetivo establecer “el mejor gobierno posible para el bien común” o mantener el poder de una clase esclavista ociosa -a la que pertenecía- que estaba perdiendo hegemonía frente a otros sectores? Y, ¿la filosofía de Kant, pretendía establecer “leyes morales absolutas por las que todos los hombres deberíamos regirnos para ser lo más felices posible” o simplemente estaba tapando con palabras filosóficas y consejos irrealizables e ineficaces, la cruda realidad de la desigualdad social y moral? ¿Albert Camus? ¿Ortega y Gasset? ¿Hobbes, Locke y Descartes? ¿Maquiavelo? ¿Tomás Moro? ¿Miguel de Unamuno? ¿el fin y los medios? ¿una moral universal? ¿la inteligencia artificial? ¿el egoísmo y otras actitudes? Estas y otras cuestiones las abordaremos de forma sencillísima pero científica en los próximos artículos, e iremos desarrollando una forma de analizar los fenómenos filosóficos que nos permitirá entender mejor en el día a día qué sucede, por qué cada persona hace lo que hace y dice lo que dice, tanto en el terreno político, como en el cultural, como en el personal.

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