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Vie19042024

Última actualización09:36:03 AM GMT


“Los pobres necesitamos leer para que no nos engañen”

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"Los pobres necesitamos leer para que no nos engañen (...) ¿Verdad que hay que aprender a leer? (...) y que cuando un orador político hable, ya se hayan leído los buenos políticos, que no engañen al obrero con palabras incomprensibles. Eso, que no nos engañen. Y poder leer los libros donde se habla de los problemas del proletariado, ¿usted comprende? Porque los obreros y el hambre son iguales en un sitio que en otro y él sabía que existían libros donde se contaban historias fantásticas de lo que habían conseguido en otros países gente como él, que era tornero. Saber leer era como vivir por su cuenta, como establecerse en un lugar próspero que daría su fruto."1

Desde hace décadas, el día 23 de abril se celebra el Día del Libro. Conmemorando la muerte de dos de los escritores más relevantes de la historia del mundo occidental, William Shakespeare y Miguel de Cervantes, hoy celebramos una jornada en la que, junto a actividades de promoción a la lectura, lecturas públicas del Quijote  o juegos de intercambio de libros, toda una red de descuentos en librerías, ampliaciones de horario en grandes o pequeñas superficies, promociones y campañas publicitarias nos conducen a comprar, para regalo o para uso propio, libros, quizás acompañando a una rosa, generando uno de los días en los que los libreros y libreras, pero sobre todo las editoriales, más beneficios generan al año.

Por eso, más allá de las llamadas al consumismo irracional que desestabilizan nuestro ya reducido presupuesto, o de las vacías batallas dialécticas entre defensores de libros en papel o en formato electrónico, hoy desde Tinta Roja queremos honrar a la lectura, como arma de empoderamiento de la clase trabajadora. Porque, igual que hoy ocurre con los medios de comunicación de masas, durante siglos los libros, correas de transmisión de conocimiento y de difusión de ideas, han estado reservados y monopolizados por minorías, impidiendo al pueblo su acceso.

Las hogueras de libros que tan bien fueron evocadas en, precisamente, El Quijote, utilizadas a lo largo de los siglos para intentar borrar huellas de mensajes e ideas; la censura, de la que nuestra memoria histórica de la dictadura franquista es un ejemplo paradigmático, todos han sido mecanismos de alejar la información, de hundir en la ignorancia y en la manipulación, a las grandes capas populares. Pero, entre estos mecanismos, el más poderoso, y también más disimulado, que hoy en día sigue siendo una lacra, es el analfabetismo.

Porque, igual que hasta el desarrollo de la imprenta la producción de textos estaba reservada al clero, siendo los monjes (que no monjas) los únicos que movilizaron durante mucho tiempo la capacidad de copiar libros a mano, desde que estos pueden ser copiados y reproducidos en masa, la capacidad de poder leerlos siguió estando reservada a unos pocos. Así, en el Estado español, en 1930 aproximadamente el 40% de la población no sabía ni leer ni escribir.

En este sentido, la labor educativa de la II República, especialmente en el ámbito de la alfabetización, fue clave para permitir al pueblo español durante estos años el poder conocer lo que pasaba en el mundo, a través de libros que fueron moviéndose, especialmente, gracias a la red de bibliotecas públicas puesta en marcha, pero también lo que ocurría en su propio país. Junto a iniciativas como La Barraca, con Federico García Lorca como figura ilustre, o las Guerrillas del Teatro desde la Alianza de Intelectuales Antifascistas, dirigidas por María Teresa León, autora del texto que encabeza estas líneas, y militante comunista, las campañas de alfabetización y de difusión de la cultura popular, especialmente a los ámbitos rurales, fue clave en la lucha por la igualdad de todos los hombres y mujeres que se vio truncada con la victoria de las fuerzas fascistas en 1939.

La mayor experiencia histórica por la lucha del socialismo-comunismo, la Unión Soviética, significó también la puesta en marcha del primer sistema educativo totalmente público y gratuito, alcanzando las mayores tasas de alfabetización de la historia de estas naciones. En el caso de Cuba, debe destacarse la Campaña Nacional de Alfabetización, impulsada en 1960 y 1961 y que redujo el analfabetismo del 20% en 1958 al 4% tres años después. De este modo, en este país, la tasa total de alfabetización de adultos entre 2008 y 2012 es del 99,8%, y en el caso de los jóvenes de 15 a 24 de ambos sexos, del 100%.2

Incluida en la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948, la alfabetización del pueblo no es una realidad, ni mucho menos, en todos los países. Hoy en día, en el Estado español, aún cerca de 800.00 personas nos saben ni leer ni escribir3, pero si hablamos de pueblos africanos como Malí, Etiopía  o Níger, estas cifras se multiplican...Feliz día del libro.

"¿Cómo hablar en nombre de la cultura si los habíamos dejado sin cultura? Fuera, se paseaban en procesión, en medio de latines y gorigoris inventados (...) y nos decían: No sé leer ni escribir... Jamás me he sentido más desgraciada. Sí, todos eran mi gente pobre y mi pueblo."

 

 

1 María Teresa LEÓN: Juego Limpio, Madrid, Visor, 2000 p.30

2 http://www.unicef.org/spanish/infobycountry/cuba-statistics.html

3 http://www.unicef.org/spanish/infobycountry/spain-statistics.html

4 María Teresa LEÓN: Memoria de la melancolía, Barcelona, Laia, 1977 pp.164-165

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