Thomas Sankara. El “Che” africano.

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Thomas Sankara, un hombre que representa el alma de un África oprimida que quiere resurgir, vencer, y liberarse del yugo occidental que la saquea y mata. Y al igual que otros héroes de la humanidad, dio su vida por ello. Sangre que brota de una herida aún abierta que no se olvida. No se olvida, mataron al hombre, pero el ejemplo sincero y decidido de Sankara sigue vivo y muy presente para aquellos que creen en un África diferente, mejor.

Pero un hombre al fin y al cabo. Thomas Isidore Noël Sankara nació en el antiguo Alto Volta en 1949, en una familia católica. Su padre combatió en el ejército colonial francés y fue capturado por los nazis, después sería policía. Thomas tras la secundaria entró en el ejército con 19 años, donde pasaría la mayor parte de su vida, alcanzando el rango de capitán. En el ambiente castrense y durante algunas de sus campañas tuvo sus primeros contactos con las obras de Marx y Lenin, de cuyas enseñanzas no renegaría nunca, y marcarían su carrera política y su vida. En esta época también creó junto a otros oficiales el ROC (Regroupement des Officiers Communistes) Agrupación de Oficiales Comunistas, donde destaca su compañero Blaise Compaorè.

Como persona, Thomas Sankara va cogiendo liderazgo y reconocimiento entre sus compatriotas, gracias a su labor como militar, pero también debido a su gran carisma y personalidad. Fue un hombre cercano a su gente, que supo identificarse con el pueblo, y no rodearse de lujos que le separaran de su objetivo revolucionario. Era conocido en su ciudad, por recorrer las calles en bicicleta, o en moto, además de por su talento como guitarrista.

La situación de Alto Volta era muy inestable y durante los primeros años de los 80, el gobierno estaba bajo mando militar, donde se sucedieron dos golpes de estado. Sankara fue elegido por los dos gobiernos sucesivos para ocupar cargos importantes, pero él renunció, criticando las medidas antipopulares, y con marcado carácter imperialista, que chocaban directamente con sus ideales. La última renuncia le valió el arresto por parte del régimen, lo que levantó una oleada de solidaridad y protesta por todo el país, que culminó con un golpe militar el 4 de Agosto de 1983. Protagonizado por su compañero Blaise Compaoré, Thomas Sankara fue proclamado presidente con 33 años.

La revolución de Sankara, de carácter socialista y popular, se materializaría en mejoras y cambios en su país. Otra pequeña nación que despertaba con la guía de un líder revolucionario, y que se adentraba en un camino de grandes contradicciones internas, apoyadas por potencias imperialistas, que acabarían por matar la revolución. Sankara supo reconocer el sufrimiento y el sentir de su pueblo que demandaba igualdad y justicia social, pero que a su vez estaba atado por unas cadenas de relaciones tribales e intereses extranjeros que impedían su liberación.

Cambió el nombre del país, que paso de Alto Volta, a Burkina Faso “país de los hombres íntegros” en el idioma autóctono. También acorde a las nuevas ideas socialistas, se instauró un nuevo escudo del país, con claras referencias al comunismo, con un AK-47 y una azada cruzadas, coronadas por una estrella roja de cinco puntas, con las palabras: "La Patrie ou la Mort, nous vaincrons" (La patria o la muerte, venceremos)

Una de sus medidas más trasgresoras, pasaba por conseguir la autosuficiencia alimentaria, incentivando la agricultura mediante repartos de tierra. Lo que le valió el enfrentamiento con los terratenientes que controlaban a sus tribus y siervos de una forma feudal. A su vez negó la ayuda extrajera, lo que justificó diciendo “Quien te alimenta te controla”. Otro gran avance social que se intentó implantar  fue la emancipación de la mujer, cuya situación hasta entonces era precaria, prohibió la poligamia, la mutilación genital femenina o ablación y el matrimonio forzado; e incentivo la incorporación igualitaria de la mujer a la sociedad, el gobierno y el ejército. Sus ideas feministas quedan plasmadas en su obra La emancipación de la mujer y la lucha africana por la libertad, o en su discurso La liberación de la mujer, Una exigencia del futuro1 de la que recojo un fragmento:

“A través de los tiempos y los tipos de sociedades, la mujer siempre ha tenido una triste suerte: la desigualdad, siempre ratificada, frente al hombre. Las manifestaciones de esta desigualdad han podido ser muy diversas, pero siempre ha existido.”

Muchas otras medidas acompañaron a su gobierno durante los tres años que estuvo en el poder, medidas que le consiguieron granjear muchas enemistades.

Su convencimiento internacionalista y panafricanista brotaba en cada discurso, en cada palmo de tierra arrebatado a los oligarcas tribales, y entregado al pueblo. El ejemplo que para él fueron otros revolucionarios como Fidel Castro o Ernesto Guevara, lo manifestó en innumerables ocasiones, pero es imprescindible recordar uno de sus últimos discursos dedicado al “Che”, del que extraigo algunas líneas que hablan por sí solas de su opinión sobre el Che:

Homenaje al Che.

Las ideas no se matan.

“Che Guevara, argentino según su pasaporte, devino cubano por adopción por la sangre y el sudor que derramó por el pueblo cubano. Y, sobre todo, devino ciudadano del mundo libre: el mundo libre que juntos estamos en vías de construir. Por eso decimos que Che Guevara es también africano y burkinabe.

(…)

Che es un hombre, pero un hombre que supo mostrarnos y educarnos en la idea de que podíamos atrevernos a tener confianza en nosotros mismos, confianza en nuestras capacidades. Che está entre nosotros.

(…)

Así que quisiera decir: ¿qué es el Che? Para nosotros Che es sobre todo convicción, convicción revolucionaria, la fe revolucionaria en lo que uno hace, la convicción de que la victoria es nuestra, de que la lucha es nuestro recurso.

(…)

Pero cada vez que pensemos en Che, tratemos de ser como él y de hacer que reviva el hombre, el combatiente. Y, sobre todo, cada vez que tengamos la idea de actuar como él, en la abnegación, al rechazar los bienes burgueses que pretenden enajenarnos, al rechazar también lo fácil, pero también en la educación y la disciplina rigurosa de la ética revolucionaria: cada vez que tratemos de actuar así, vamos a servir mejor las ideas de Che, las difundiremos mejor.

 

¡Patria o muerte, venceremos!”2

 

Con su liderazgo revolucionario y el paso firme que tomaban sus reformas contrariaban a la pequeña pero poderosa clase media del país,  que aglutinó entorno a su antiguo compañero Blaise Compaoré todas las fuerzas reaccionarias, nacionales y extranjeras, que lo derrocaron con un golpe de estado, que finalizó con su fusilamiento el 15 de octubre de 1987, asesinando la revolución y la esperanza de un nuevo país. El gobierno golpista, descuartizó su cuerpo, y no hizo una tumba que velar. La historia de Thomas Sankara es una historia agridulce, triste porque vemos como una revolución verdadera, sincera, es asesinada al poco de nacer. Pero también es una historia de esperanza, porque vemos ese pequeño país de Africa, que la mayoría de nosotros no sabríamos poner en el mapa, elevado a un estadio superior de intención política y de anhelo de justicia.

De aquel destello fuerte de esperanza, y tomando el título de su último discurso casi en forma de epitafio, mataron a Thomas Sankara pero “las ideas no se matan”. Mataron al hombre, pero su recuerdo e ideales aún esperan en el interior de ese continente olvidado.

 



1. www.marxists.org/espanol/sankara/1987/marzo08.htm

2. www.marxists.org/espanol/sankara/1987/octubre08.htm

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