Si bien es cierto que es un deporte muy extendido en toda España, la juventud de este país se encuentra con muchas trabas a la hora de jugar al Baloncesto tanto a nivel federado como por diversión. Pero no solo los jóvenes y los jugadores de baloncesto, también árbitros y entrenadores tienen cada día más problemas para poder participar y practicar este deporte.

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Desde el comienzo de la crisis capitalista, los jóvenes se tienen que enfrentar a un encarecimiento de todo lo relacionado con el basket: desde el aumento en los precios por el alquiler de pabellones para el disfrute con los amigos hasta el increíble precio de las licencias federadas o el material propio de este deporte.

Si nos vamos hacia atrás en el tiempo podemos ver cómo las ligas, desde las escolares hasta las autonómicas, van perdiendo equipos por falta de fondos y, los que sobreviven, se ven obligados a aumentar año tras año la cuota que se cobra a los jugadores. Esto acaba provocando que muchos hogares tengan que cortar con este gasto ante el ahogo económico que sufren al final de cada mes, condenando al niño a no poder seguir disfrutando. Y no solo lo sufren los jugadores y los padres, también el colectivo de entrenadores y árbitros.

En el caso de los primeros se aprecia un precio abusivo y en contante aumento de los cursos de formación, condicionando mucho su aprendizaje. Y no solo esto, si no que el colectivo de entrenadores que viven exclusivamente de ello es cada vez mas reducido. Esto desemboca en que se conviertan en segundos o terceros trabajos, realizándose al final de las jornadas laborales normales y no pudiendo realizar plenamente su función en plenas condiciones.

En el segundo caso, la situación se vuelve cada vez más precaria. En el pasado abundaban los partidos (debido a que había gran número de equipos y competiciones) y escaseaban los árbitros, viéndose obligados a arbitrar numerosos partidos el fin de semana. Actualmente la situación está tendiendo a ser la contraria: La clase obrera busca fuentes de ingreso y ve el arbitraje como una buena opción. Pero cada vez hay menos partidos y por tanto, menos partidos donde arbitrar. Si a esto se le suma la ruina económica que sufren muchas federaciones regionales, obligando a pagar el material (desde la ropa hasta el propio silbato), el no verse reconocido como un trabajo por la Seguridad Social hasta categorías superiores o simplemente el bajo sueldo, nos lleva a una situación de absoluta destrucción de este colectivo.

Yo solo espero que la gente siga jugando y disfrutando con el Baloncesto, que la forma de aniquilar todo aquello que no se traduce en grandes beneficios del capitalismo no haga que el baloncesto sea eliminado, para que nuestros pequeños y mayores disfruten al practicar este bellísimo deporte.