Los Juegos Olímpicos: Deporte, pasión, pero ante todo política

Usar puntuación: / 2
MaloBueno 

Quien insista a estas alturas de la película que el deporte no debe ser politizado o que la política no debe reivindicarse en los eventos deportivos es, como diría Bertolt Brecht, un analfabeto político. Llegando ya al final de Río 2016, podríamos repasar más de una docena de noticias diarias sobre cómo ambas esferas están íntimamente estrechadas entre sí.

Pero no es únicamente una cuestión de ver cómo desfilan las banderas de 206 países y suenan sus himnos cuando un atleta gana, ni si un judoka le niega el saludo a otro o si los países "desarrollados" se aprovechan del esfuerzo de otros países a golpe de talonario para llevarse a sus deportistas. La política se fusiona con el deporte de formas mucho más evidentes -y a la par más imperceptibles entre las lágrimas de gloria o de rabia- que en estas cuestiones más vistosas frente a una cámara de televisión.

Y es que en los Juegos Olímpicos no solo hemos visto deporte, sino también la represión de un estado frente a las protestas de todo un pueblo reclamando lo que es suyo por derecho de nacimiento -una vida digna- y que se lo han quitado -aún más- para celebrar con opulencia un evento deportivo que en nada benefició a las capas trabajadoras y populares de aquellos lugares donde se ha disputado. Y tampoco ha sido represión lo único que se ha dejado entrever durante este agosto, sino también explotación laboral, mucha, abundante e intensa.

Tal es la magnitud de la misma, que de los 50.000 voluntarios (sic!) que se apuntaron a echar una mano para que la organización saliera bien, más del 30% - unas 15.000 personas – han abandonado su puesto. ¿Por qué? Porque se trata de jornadas de 8 ó 9 horas diarias de trabajo intenso a cambio de un "snack". La fuerza de trabajo de una persona, al cabo de casi un mes en más de jornada completa, equivale a casi nada.

Por su parte, la organización de Río 2016 ya reconoció en su página oficial1 que esperan obtener más del triple de beneficios de lo que se han gastado; esto es, bastante más de 30.000 millones de dólares frente a los 9.578 millones gastados2. Y entre esos gastos, las dietas de los ejecutivos del Comité Olímpico Internacional, que se cifran por persona entre 418 y 836 euros diarios3.

Las empresas, dentro del sistema capitalista, tienen un único objetivo: conseguir beneficios. Y para ello tienen dos opciones; bien sea aumentar su recaudación -mayores precios, mayor número de ventas, etc.-, bien sea reducir sus costes -generalmente los que genera la mano de obra que se emplea-. El hecho de que una jornada completa de trabajo de 50.000 personas tenga un gasto mínimo ya nos indica por dónde van los tiros: el capitalismo está también detrás de la organización de los Juegos Olímpicos, o lo que es lo mismo, política y deporte van de la mano.


[1] https://www.rio2016.com/en/news/rio-2016-will-generate-a-positive-socio-economic-impact-in-brazil

[2]: http://mundo.sputniknews.com/deporte/20160129/1056215209/2016-juegos-olimpicos-rio.html

[3]: http://www.playgroundmag.net/sports/Trabajo-extenuante-snack-voluntarios-abandonado-Rio16_0_1811818801.html