¿Ocio? Tal vez quiso decir consumo

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Son las nueve de la mañana, como cada día centenares de miles de trabajadores nos apilamos en vagones de la RENFE de Madrid para dirigirnos a nuestros trabajos. Ninguna cara de las que te rodea trasmite ningún sentimiento positivo, todos son semblantes serios y cansados, sabedores de que no empezaran a “vivir” sus vidas hasta dentro de unas cuantas horas, o ni siquiera eso. Al fin llego a mi parada y como tantos otros, bajo el anonimato que te permite tener las grandes urbes me encamino al lugar donde trabajo, marchando rodeado de mis semejantes. A mitad de camino miro hacia arriba y veo unos carteles indicativos, con dos flechas que te dirigen de frente. En una pone “Zona de ocio” en la otra pone “Zona de comercio”, al momento se me asoma una sonrisa irónica y empiezo a pensar en la apariencia de metáfora que tienen estas señales. Y es que aunque no se hayan colocado de esta forma premeditadamente no se podría haber representado mejor el carácter del ocio que nos sirve el sistema capitalista a los jóvenes.

¿Pero adonde nos llevarían esos dos carteles en caso de que los siguiéramos? Dado que los dos dirigen en la misma dirección no nos puede llevar a lugares diametralmente distintos. Y efectivamente es así, nos dirige directamente a dos centros comerciales aledaños. Uno dedicado por entero a la moda (intuimos que esta es la zona de comercio) y otro dedicado a restaurantes y bares, con la excepción de un cine y un gimnasio (carísimo), la única oferta de “ocio” verdaderamente cultural y deportiva del recinto. ¡Que gasto más inútil el de aquellos paneles! Se podrían haber ahorrado uno sin problemas y haber señalizado ambos enclaves como “Zona de consumo”. Más barato y más sincero sin lugar a dudas.

Y es así, el ocio que anuncia la publicidad, que nos ofrecen los medios comunicativos del sistema y es por tanto parte de la ideología dominante en nuestra sociedad, no es el deporte, no es la cultura, ni los planes que podemos llevar a cabo con familia y  amigos. Pues eso es difícil de vender en ocasiones y suelen existir algunas alternativas gratis, y lo que no se puede vender solamente puede servir de acompañamiento, para decorar a algo que si se pueda vender. Al final que ponga ocio en ese cartel puede parecer una tontería, pero viene a mostrarnos la realidad de que para las grandes empresas no hay otro ocio que no sea el que nos ofrecen ellas mismas. Y lo que nos ofrecen solamente puede ser cosas a las que no podemos acceder de forma gratuita, por lo que todo se reduce escasamente a comer, beber y comprar productos de diferente tipo. Siendo esto último lo especialmente sangrante, dado que el “ir de compras” es considerado una forma de divertirse en si misma, exaltando al máximo el consumismo compulsivo.

Con todo esto no quiero decir que desprecie estas formas de ocio, a todo el mundo nos gusta ir a cenar, tomarnos algo en una terraza o  comprar algo que deseamos. El problema es que este se haya convertido en la principal forma de ocio para muchas personas, o la única para tantas otras. Y al final resulta que nos pasamos toda la vida trabajando para empresas y el poco tiempo libre con el que contamos lo invertimos en consumir algo que nos ofrece otra empresa.

Tras pensar sobre todo esto, continuando mi camino al trabajo, no pude desviar mis pensamientos de las alternativas que están a nuestro alcance. De esos sueños que a veces nos asaltan y que son los que fundamentan mi militancia en la juventud comunista. Sueños sobre un país en el que las empresas no sean quienes dicten los modelos de ocio, donde haya miles de alternativas para divertirse gratuitamente satisfaciendo los intereses e inquietudes de cada persona de la sociedad o donde poder gozar de tiempo para nosotros mismos y para nuestros seres queridos. Un país donde la felicidad no sea un slogan de Coca-Cola sino la realidad misma para todos los seres humanos. Tal vez sea un sueño, pero como una vez dijera uno de los hombres más sabios que han pisado la tierra, los sueños no están para perderse en ellos, sino para creérselos y llevarlos a cabo.