La cuantía de las becas universitarias menguan, a la par que las matrículas siguen subiendo

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La situación de las familias de clase obrera para pagar a sus hijos e hijas una carrera universitaria es cada vez más precaria. La cuantía de las becas del MEC ha menguado hasta alcanzar los niveles de hace una década y las matrículas siguen subiendo y subiendo. Son ya miles y miles de estudiantes los que se han visto obligados a abandonar la universidad al no poder hacer frente a las tasas. Las universidades, mientras tanto, aumentan sus ingresos por la subida de los precios de matrícula.

Desde la aprobación del Real Recreto-Ley de 2012 de medidas urgentes de racionalización del gasto público en el ámbito educativo el coste de las matrículas universitarias ha ido subiendo progresivamente, en unas comunidades más que en otras. La cuantía de las becas del Ministerio de Educación, sin embargo, ha ido menguando y ha retrocedido una década, alcanzando los niveles del curso 2004-2005. En el curso 2013-2014 la cuantía media de la beca por alumno de las universidades públicas presenciales fue de 2.562 euros, incluido el importe de la matrícula.

El importe que los estudiantes universitarios perciben es menos, aunque llama la atención que el número de ayudas del MEC se incrementó en casi la mitad (un 41,12%) en el curso 2013-2014 en comparación con 2008-2009, pese al endurecimiento de los criterios académicos para obtener las becas y los requisitos para su renovación. Este aumento es fácilmente atribuible a la pérdida generalizada de ingresos de las familias españolas de extracción obrera y popular durante la crisis capitalista entre 2008 y 2013, por lo que ha aumentado el número de jóvenes estudiantes que cumplen con los requisitos de renta familiar para conseguir la beca.

Pese a esto, más de 77.000 estudiantes se han visto obligados a abandonar la universidad al no poder hacer frente al pago de las tasas desde el curso 2011/2012. España es el cuarto país de la UE donde las matrículas universitarias son más caras. El importe anual medio por matrícula de grado subió en el curso 2013-2014, costando una matrícula de media 1.257 euros, por detrás de Reino Unido (4.409), Irlanda (2.500) o Italia (1.300). Detrás de cada uno de esos miles de universitarios que ha dejado a la fuerza su asiento vacío en las universidades hay una tragedia.

Mientras, a la par que vemos cómo los importes de las becas decrecen, los ingresos de las universidades engordan, alimentándose de la subida de los precios de las matrículas. Así, las universidades consiguieron un ingreso de 422 millones de euros más (36,3 %) en ese período, aunque la financiación estructural conjunta que recibieron de las administraciones públicas cayó en 1.082 millones (-16 %), con una pérdida de 660 millones.

Tanto la reducción de las cuantías de las becas como la expulsión de los hijos e hijas de la clase obrera de la universidad no se entienden como hechos aislados, sino que se sitúan en un contexto de ataques continuos al estudiantado de extracción obrera y popular en un proceso de desmantelamiento del sistema educativo en general y del universitario en particular (que viene orquestado desde mucho tiempo atrás, recordemos que el Plan Bolonia se firma en 1998). La crisis no ha sido por tanto el motor principal de este proceso de desmantelamiento, aunque sí lo haya acelerado al agudizarse la lucha de clases. Estas políticas de los gestores del capital con el objetivo de elitizar y privatizar la educación pública hacen cada vez más precaria y difícil la situación de las familias de clase obrera para poder pagar a sus hijos e hijas una carrera universitaria, negando en muchos de miles de casos el acceso a los estudios superiores, que cada vez son más caros y a los que únicamente las capas sociales con mayor poder adquisitivo tienen garantizado el acceso.

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