Becas y trampas: cuando la mejor situación existente es la menos mala de las posibles

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La enseñanza, independientemente de su nivel, presenta diferentes formas de financiación y también distintos mecanismos de acceso a los estudios. Uno de los modelos que está ganando fuerza desde hace unos años son las becas. Analizamos por qué las becas son 'un mal menor'

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A finales de marzo, el BOCM (Boletín Oficial de la Comunidad de Madrid) publicaba la convocatoria de unas becas para los alumnos de los centros privados de Formación Profesional (FP) Quizá pueda parecer sorprendente que en pleno proceso de desmantelación de la educación se convoquen ayudas de este tipo y más sospechoso puede parecer, a primera vista, una posición crítica con estas ayudas desde un artículo de Tinta Roja.

En este caso concreto la convocatoria de becas para los centros privados no se contradice con la política actual de la Comunidad de Madrid de recortes en educación y portazo a las opciones de los hijos de las familias trabajadoras de acceder a escuelas, institutos y universidades. De hecho, es totalmente coherente con esa línea política.

¿Por qué? Junto a un proceso de retirada de fondos de los centros públicos en la Comunidad de Madrid venimos asistiendo, de unos años a esta parte, a una financiación de los centros privados ya sea directamente a estos o de manera indirecta a través de becas y cheques a los usuarios. De hecho, en cualquier localidad de Madrid ya es más barato llevar al niño a una guardería privada que a una pública con las ayudas existentes.

El motivo es bastante sencillo: vaciar los centros públicos (más caros y con peores condiciones por los recortes) para justificar, posteriormente, su cierre. Y es que es cierto que el hecho de querer cerrar colegios y masificar aulas trae muy mala prensa y hay que buscar una solución mejor: si no hay alumnos tampoco hay necesidad de colegio.

Posteriormente, y como es lógico, se retirarán las ayudas, los alumnos no podrán acudir a los centros públicos pues muchos habrán sido cerrados y los pocos 'supervivientes' tendrán listas de espera kilométricas y el proceso de privatización y elitización se completa.

Pero, fuera de este ejemplo sumamente clarificador, hay mucho más detrás del modelo de becas. Las becas, como se sabe, es un tipo de ayuda (en este caso al estudio) que se puede conceder o directamente al alumno para que gestione sus gastos o bien al centro donde va a cursar sus estudios (como es el caso del pago de la matrícula) Y, como adelantábamos, las becas son un mal menor.

Son un mal menor porque, en primer lugar, la existencia de becas ya denota una desigualdad manifiesta. Pues si hay que becar a alumnos significa que sin esa beca no podrían cursar sus estudios y que, por lo tanto, existen barreras de acceso y desigualdad. Además, si pensamos que el 100% de los alumnos nunca son becados vemos cómo tenemos un porcentaje de personas que se quedan sin poder cursar estudios por una cuestión meramente académica. En vez de acudir a la raíz del problema (la desigualdad) se intenta tapar la hojarasca que produce.

En segundo lugar las becas suponen un sistema sumamente arbitrario. Ya criticamos, en su día, que el actual sistema de reparto de las becas del Ministerio de Educación se está oscureciendo y que eso favorece la dación discrecional de las mismas. También hemos criticado cómo hay algunos tipos de becas, como las Erasmus, que no atienden a criterios económicos y suponen no sólo una manifestación más de la situación de injusticia existente sino una vía para dar ayudas económicas a quienes no lo necesitan.

Pero además las becas pueden suponer y suponen un arma política y de presión. Y es que el riesgo de perder una beca (ya sea para el estudiante como para el centro) es un riesgo muy grande. Y eso obliga a permanecer callado.

Además, la discrecionalidad para quitar becas o no concederlas mediante el establecimiento de criterios oscuros permite mitigar la percepción social de expulsión de alumnos de la educación. Y, es que de nuevo, no es lo mismo echar el cierre a un colegio o imponer unas tasas abusivas en la Universidad que expulsar al mismo número de alumnos 'en diferido' meses después porque no reciben la beca, reciben menor cantidad o simplemente se ingresa al finalizar el curso y el alumno no puede permitirse adelantar los gastos.

No obstante, y como ya se ha comentado, las becas son un mal menor. Es necesario criticar los recortes en becas que suponen una reducción, a su vez, de las posibilidades de miles de estudiantes de continuar sus estudios. Pero como ocurre en muchos casos eso no supone una defensa a ultranza del sistema actual sino que también hay que saber evitar más ataques pero destapando también los sistemas actuales que no favorecen los intereses objetivos de los estudiantes de los estratos más humildes de la sociedad.

En definitiva, el sistema de becas supone una trampa perfecta: por un lado proyecta una impresión de compromiso social pero de facto es el peor método de financiación y ayudas públicas y permite maquillar la realidad y poner muchos cepos a los estudiantes.

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