La necesidad de mantener alta la bandera comunista

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Todos los comunistas nos hemos encontrado en una situación en la que por parte de grupos de oportunistas y/o izquierdistas se nos ha criticado por acudir con nuestras banderas y símbolos a las movilizaciones.

A estos grupos nos gustaría responderles. Nuestra tenacidad a la hora de mantener bien alta la bandera comunista, no atiende a una intención oportunista o simple estética, sino que simboliza el esfuerzo de los comunistas por mantenerse en todo momento como referentes de las luchas.

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El oportunismo reformista, así como el izquierdismo, no se cansa de reprocharnos que llevemos banderas comunistas a las movilizaciones, dejando bien claro lo que somos y nuestras intenciones.

La atroz campaña anticomunista llevada a cabo en nuestro país durante el franquismo, la traición de la dirección del PCE que renunció incluso a la propia bandera y la ofensiva descomunal que hizo el capitalismo mundial tras la contrarrevolución en el bloque socialista, obedecen a la estrategia de la oligarquía que tiene como fin desprestigiar al Partido Comunista ante el pueblo, tratando de obligar que nos escondamos y enterremos nuestros símbolos.

El oportunismo siempre se ha prestado a ayudar a la burguesía en esta campaña y progresivamente hemos visto cómo en nuestro país la hoz y el martillo, la estrella roja y en general los símbolos históricos que aluden a la ruptura con el poder burgués y la revolución proletaria han sido relegados a un segundo plano o en muchos casos totalmente suprimidos.

Esto obedece a la propia naturaleza del oportunismo, siempre en pugna por la gestión de las instituciones burguesas y en el camino hacia ellas, pues los símbolos aborrecidos y demonizados por el capitalismo suponen un obstáculo a la hora de acceder a los medios de comunicación de masas, pilar fundamental del triunfo electoral. Obviando el ejemplo de partidos como Podemos que han prescindido totalmente de los símbolos y el lenguaje del movimiento obrero, el propio PCE los oculta continuamente, resguardándose de manera oportunista tras la sigla y la parafernalia de IU y en relación a esto, jugándose todas sus cartas a la vía electoral y a la estrategia del revisionismo, abandonando de este modo a la clase obrera en sus centros de trabajo y mintiéndoles sobre las garantías de mejora que ofrece la vía parlamentaria.

La principal diferencia con estos grupos, la que nos define y la que constituye uno de los pilares maestros de nuestra línea, es precisamente nuestro tesón a la hora de presentarnos ante la clase trabajadora como lo que realmente somos: comunistas, y como tal y aunque de manera táctica adaptemos nuestro discurso a la coyuntura particular de los frentes de masas, jamás engañaremos al proletariado y a los sectores populares con un discurso oportunista que prescinda de la vía revolucionaria. Es por esto que no ocultamos nunca ni nuestra condición ni nuestras intenciones de conformarnos como vanguardia de la clase obrera que tras un proceso de acumulación de fuerzas aseste finalmente un golpe mortal al capitalismo e instaure el poder obrero y popular. No es de extrañar que aquellos que han renegado de la vía revolucionaria y tratan de arañar reformas en los parlamentos burgueses renieguen a su vez de la bandera que representa la revolución guiada por el Partido Comunista.

Por otro lado está el izquierdismo que bien en su fobia a la organización del Partido Leninista o en su afán en actuar desde la sombra, sin dejarse ver por la clase obrera, también nos reprocha nuestra costumbre de portar siempre las banderas del Partido y la Juventud.

En un momento histórico en el que la necesidad primordial del Partido Comunista no es otra que restablecer la conciencia de clase del sujeto revolucionario y constituirse como vanguardia del mismo, la idea de actuar frente a la clase obrera sin mostrar nuestra verdadera identidad política resulta en todo caso un verdadero "tiro por la culata". Éstas nos colocan totalmente a merced del Estado burgués y sus medios de comunicación sin el apoyo ineludible de la clase trabajadora. Una acción que no se realice en el contexto de una lucha proletaria o aún de ser así no sea percibida por los trabajadores implicados como un acto que forme parte de su lucha será automáticamente demonizada por los medios e interpretada por los trabajadores como algo ajeno. No por casualidad las fuerzas de represión del Estado burgués utilizan continuamente este tipo de acciones espontáneas para dividir a los trabajadores y justificar intervenciones frente a las que no estamos preparados aún.

Los comunistas entendemos que nuestra intervención en los conflictos obreros ha de ser siempre con la bandera por delante, para convertirnos en referentes por nuestra capacidad de organización y nuestro espíritu de lucha y para que ya referenciados podamos realizar acciones de combate en los conflictos junto a nuestros compañeros y camaradas de lucha, elevando en todo momento la conciencia de clase y acumulando fuerzas en torno a nuestra bandera.

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