Transporte Público, el gran problema de Madrid

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Si algo preocupa especialmente al conjunto de los trabajadores en la Comunidad de Madrid es precisamente la cuestión de Transporte Público. Y es que una multitud de situaciones de nuestra vida diaria dependen directamente de la frecuencia o del precio que puedan tener el Metro o los autobuses que nos acerquen a nuestros centros de estudios, centros de trabajo o a nuestros hogares. El Transporte Público no suele regalarnos grandes portadas en los periódicos, y los partidos políticos con capacidad de optar al Gobierno o a los ayuntamientos no llevan este tema como baza electoral en sus programas, cuando en realidad se trata de un servicio esencial para la vida de la mayoría social madrileña.

La utilización política que se hace del transporte, como ya hemos dicho, no se centra en propuestas mediáticas para una contienda electoral, sino que se lleva a cabo en el transcurso de las legislaturas haciendo juegos de malabares con las partidas presupuestarias que se asignan al servicio. Los ayuntamientos y el Gobierno Autonómico podrán jugar con la calidad del servicio en función de las cifras que le asignen, lo que les permitirá crear descontento o situaciones más agradables en cada momento. Así podemos ver cómo el transporte mejorará si se aproximan elecciones (como ya lo vimos con el Abono Transportes a 20 Euros en septiembre) y cómo puede llegar a empeorar si el Gobierno de la Comunidad y el Ayuntamiento están enfrentados políticamente, caso hoy vigente.

Actualmente, Madrid está viviendo el conflicto sobre las asignaciones presupuestarias a la EMT, ya que el Gobierno Autonómico del Partido Popular liderado por Cristina Cifuentes está llevando a cabo recortes en este servicio que en realidad pertenece al ayuntamiento, pero que depende directamente de la financiación autonómica. La Comunidad de Madrid tiene obligación de asignar financiación a cada empresa que pertenezca al Consorcio Regional de Transportes de Madrid, del cual forman parte también empresas privadas a las que, por supuesto, no se va a recortar. Recortará especialmente en la empresa municipal EMT, la cual va a depender en mayor medida del ayuntamiento de Madrid, cuya cabeza visible, Manuela Carmena tendrá que demostrar si tiene la voluntad política de hacer de la EMT un servicio por y para los trabajadores. Por su parte, la Comunidad de Madrid alega una reducción de la asignación al Metro de Madrid por parte del Ayuntamiento.

El debate sobre cifras económicas que manejan ambas instituciones para el transporte público está servido. Los trabajadores mientras tanto no tienen otra opción que observar a las "plurales" tertulias televisivas de Telemadrid, donde este tema seguramente se trate de forma tangencial debido a la gran importancia que tiene el hecho de que los Reyes Magos este año serán Reinas, o mil debates más sobre el sexo de los ángeles, y no sobre los problemas diarios de la población obrera y de la juventud madrileña.

El panorama de inestabilidad dentro de los transportes madrileños no es flor de un día, ni obra de la "perversa mente" de Cristina Cifuentes, lo que no la exime de su parte de culpa. Detrás de todo esto se encuentra la patronal madrileña (CEIM-CEOE), es decir el conjunto de los grandes empresarios madrileños. Este organismo ya pidió, a mediados de año 2015, la externalización absoluta de la gestión de EMT y Cercanías Renfe, además de supresión de algunos servicios, lo cual no es casual, pues sería una maniobra más en el proceso de privatización de los servicios públicos que llevan desarrollando durante años, y esta vez parece ser que han centrado el transporte público como objetivo primordial.

Hoy más que nunca el conjunto de la clase trabajadora tiene la necesidad de defender su transporte público de estas aves de rapiña, las cuales no dudarán en apropiárselo de la forma más descarada, contando con el apoyo de las instituciones que dicen representarnos pero que en última instancia servirán a los intereses económicos de estos grandes capitalistas.

El ejemplo de la huelga convocada en Octubre de 2015 por los propios trabajadores de Metro es un ejemplo de cómo la organización y la movilización sirven para presionar y conseguir objetivos inmediatos útiles para nuestras vidas y para la causa de los trabajadores. Más allá de los aciertos y errores que los compañeros del Metro de Madrid pudieran tener, es de agradecer su lucha y su predisposición al sacrificio, que ni siquiera llegó a materializarse en huelga, ya que la propia Comunidad de Madrid accedió a que a partir de unos meses los madrileños podamos contar con un servicio mejorado con la incorporación de 360 conductores de metro más, lo que supondrán 360 salarios más para trabajadores que seguramente se encontraban en situaciones complicadas.

A los jóvenes nos queda el papel de afrontar los recortes en el servicio de metro, renfe o de los autobuses urbanos e interurbanos. Ahora gozamos de ciertas mejoras, con el abono transportes a 20 euros (antes costaba unos 40), pero sin embargo nos meten reducciones de frecuencia de trenes, averías de la red (hace unas semanas hubo un incendio en la Estación de Sol que paralizó el servicio de RENFE y Metro más de dos horas), peores autobuses... ¡Tenemos que reivindicar lo que nos pertenece!

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