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La mentira del auto-empleo o cómo terminar siendo asalariado después de arruinarte

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Los medios de comunicación, los diferentes representantes de los empresarios, partidos políticos y otros representantes del capitalismo que lleva a la juventud a una situación de desesperación, nos bombardean con la idea del autoempleo, de la necesidad de emprender para buscar un futuro mejor y en definitiva, para que el cacareado "sueño americano" de que con el esfuerzo y constancia, cualquiera puede convertirse en empresario, sea una de las salidas para la juventud. Pero, ¿Qué hay de cierto en esto?

Corría el año 2007 y en plena crisis del sistema capitalista, con la destrucción de miles de puestos de trabajo y con miles de jóvenes sin saber qué hacer con su futuro, desde el gobierno de turno, en este caso del PSOE, se comenzaba a proponer a la juventud trabajadora la idea del autoempleo como salida factible a la situación de desesperación de gran parte de la juventud española. Tanto el gobierno del PSOE, el del PP y el de las diferentes Comunidades Autónomas, a lo largo de los últimos años, han ido generando diferentes ayudas y subvenciones que pretendían lograr que miles de jóvenes encontrasen un futuro dentro del capitalismo.

Pero, ¿hasta qué punto es posible que dentro del capitalismo cualquiera pueda tener un futuro como emprendedor o como pequeño empresario? Multitud de jóvenes, y no tan jóvenes, han creído posible el conocido como sueño americano, pensando que con su constancia y esfuerzo, y una pizca de suerte, no sería tan difícil lograr sacar adelante un pequeño negocio. Lo cierto es que la realidad es bien diferente.

Cualquier negocio, por pequeño que sea, necesita una inversión inicial considerable; tanto si se pretende abrir un local destinado a cualquier tipo de uso, como si se pretende trabajar por cuenta propia para una determinada rama de la producción, hará falta un capital inicial, una cantidad de dinero a partir de la cual alquilar un local, comprar herramientas y en algunos casos, el producto que se quiera vender o la materia prima para generar la mercancía a vender. Como podemos ver, desde un análisis de una persona que no es experta en gestión de empresas, lanzarse a la aventura del autoempleo no es algo sencillo.

Ante esta dificultad inicial, el gobierno del capital, tanto a nivel estatal como autonómico, ha generado una serie de ayudas que en suma, en el mejor de los casos apenas supera los 10.000 euros, y siempre con una serie de condiciones que en muchos de los casos hace que acceder a estas ayudas sea casi misión imposible. La otra opción es pedir un préstamo, pero ya se sabe lo que sucede si quedas a malas con un banco o una caja de ahorros y no puedes devolver lo prestado; el fantasma de los embargos, los desahucios y demás problemas, surgen si valoramos esta opción.

Pero además de la capacidad de poner un dinero inicial, ya sea con ayuda estatal, con el préstamo bancario o con el apoyo de un aval familiar que arriesga su futuro por el sueño de un joven que quiere buscar un futuro, hemos de tener en cuenta que abrir un negocio no es algo sencillo. Realizar un estudio de mercado, analizar la viabilidad o no del proyecto en mente y la gestión financiera del mismo, requiere en muchas ocasiones de ayuda expertos que cobran cantidades importantes de dinero, por lo que entre la inversión en el local y el estudio de mercado, nos habremos comido la práctica totalidad de la ayuda obtenida, empezando nuestra andanza en el autoempleo dando un salto al vacío y sin paracaídas.

En muchas ocasiones, teniendo en cuenta las dificultades anteriores, muchos jóvenes deciden afrontar el reto de autoemplearse, sin lograr sobrevivir al primer año de vida empresarial. En este momento, la situación se torna insostenible, con préstamos que pagar, ayudas que devolver y una deuda que crece y que hace insostenible la aventura iniciada. Al bajar la persiana, no se acaba todo, sino que empieza la verdadera tragedia de todos aquellos jóvenes que han decidido autoemplearse y han fracasado en el intento. El capitalismo les ha absorbido, les ha arrebatado el capital invertido y les ha dejado en una situación peor de la que se encontraban antes de desarrollar su proyecto. Esta realidad no es consecuencia del infortunio ni de la falta de motivación; responde simplemente a la lógica capitalista en la que en tiempos de crisis los pequeños propietarios desaparecen, proletarizándose mientras la riqueza se concentra en cada vez menos manos.

La realidad es que la juventud obrera, la misma que es expulsada de la educación por no poder afrontar los costes de la educación, tiene prácticamente imposible un futuro en el llamado autoempleo. Una juventud que se ve obligada a abandonar los estudios, en cuyas casas más de un miembro de la familia está en paro y que ve más factible la opción de emigrar que la de autoemplearse .

Ante esta situación, la juventud trabajadora y el pequeño empresario proletarizado no deben verse el uno al otro como clases con intereses diferentes; tiene mucho más en común entre ellos. Son afectados por el capitalismo y este no tiene nada que ofrecerles. Por este motivo, la juventud obrera debe ver en aquellos que intentan autoemplearse a un aliado para luchar en un frente común contra las medidas antipopulares y antiobreras y luchar contra los monopolios que nos explotan día a día.

09072015


Guillermo de Tuya es miembro del Buró Político de los Colectivos de Jóvenes Comunistas (CJC).

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