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Sab07122024

Última actualización09:36:03 AM GMT


El fenómeno OT: un arma de doble filo.

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FENOMENO OT

Hace apenas unas horas se conocía que Amaia se proclamaba vencedora de la última edición del programa de televisión Operación Triunfo (OT). Dejando de lado los aspectos que hayan podido llevar a la joven a la victoria o de si ésta ha sido justa o no, hay varios detalles de este concurso que no deberían pasar inadvertidos.

Lo primero que hay que remarcar es que la academia de OT reúne cerca de 20 alumnos durante unos 3 meses en un formato similar al de la escuela. Esto comporta que los jóvenes tengan que cantar canciones que les seleccionan los profesores y que después sean evaluados bajo criterios similares dentro de realidades materiales muy diferentes. La estructuración de OT, por lo tanto, acaba cayendo en la competitividad y en el individualismo ya que no todos los concursantes han podido optar a una enseñanza musical superior debido al coste que comporta. Además, a pesar de que el programa intenta transmitir un ambiente de cooperativismo e integración, el hecho de que sólo pueda haber un único ganador acaba derribando esta fantasía.

La juventud trabajadora que desde casa ve el concurso recibe el mensaje de que con esfuerzo todo es posible, cuando eso es erróneo. La juventud trabajadora cuenta con una realidad distinta en la que tiene que hacer frente a las trabas del sistema para conseguir un empleo digno o simplemente para seguir estudiando, por lo que si algún joven obrero quiere dedicarse a la música, quizás no puede hacerlo porque no sea capaz de afrontar el pago de la matrícula de las instituciones artísticas. Cabe decir que en esta edición de OT prácticamente todos los concursantes contaban con formación musical o se dedicaban ya exclusivamente a eso, por lo que entonces ser cantante acaba siendo algo muy complicado para los jóvenes que no tienen más recursos económicos.

Hay que mencionar también la condición física de los concursantes. Por un lado, vemos que a duras penas sobrepasan la veintena, y esto no es algo fortuito. Por otro lado, todos los jóvenes cumplen un cierto patrón estético, como si cantar fuese algo exclusivamente de gente atractiva. OT se rige bajo la estructura de un reality show con cámaras casi la mayor parte del día (a excepción de algunas zonas y horas intempestivas) lo que hace que debido al uso de las RRSS se acerque más a los jóvenes que a otra persona de más edad. Los jóvenes, por lo tanto, encuentran en los concursantes de OT un referente, un modelo a seguir en el que se ven identificados y a través de los cuales se aprovecha para seguir perpetuando un ideal de belleza abusivo, tanto para hombre como para mujer y se acaban situando los dos dentro de unos roles de género que tienen que cumplir.

El ocio es un factor fundamental para la sociedad y más para la juventud trabajadora, pero tenemos que seguir trabajando para desarrollar un pensamiento crítico que nos permita detectar los engaños del sistema y combatirlos, así como a reclamar acceso a una educación artística de calidad, entre otros, porque las artes no son un ámbito reservado tan sólo para la clase burguesa.

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