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Pascual Pla y Beltrán: el primer poeta proletario de España

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Cuando hablamos de poesía revolucionaria en nuestro país, a todos nos suenan nombres como Miguel Hernández o Rafael Alberti, pero esa corriente poética comprometida con la república, con el antifascismo y con el socialismo tiene un pionero, casi olvidado por la historia, cuyo nombre es Pascual Pla y Beltrán, nacido en Ibi, Alicante, en 1908, y que con 24 años publicaba, en 1932, el primer libro de poesía proletaria de España.

Pla y Beltrán era hijo de una lavandera y un jornalero, y trabajó como pastor, como molinero, como técnico de bicicletas y, finalmente, como hilador mecánico, oficio que, dicho con sus palabras "ensombreció mi vida, aplastó mi corazón y mi cerebro" y del que extraería su más profunda conciencia de clase. Fue autodidacta y comenzó escribiendo poemas en la linea del modernismo romántico, que rápidamente abandonará para poner sus versos al servicio de la revolución y del proletariado y hacer, como expresa con uno de sus más potentes versos:

Que nuestros versos sean

ágiles bayonetas en las manos pesadas de los obreros del Universo. [1]

Es a partir de 1931 cuando nuestro poeta comienza a gestar los primeros versos proletarios, que ven la luz en Mayo del 32 en un libro de 16 poemas llamado Narja, cuyo significado es "mierda" en ruso. El primer poema del libro (¿y del proletariado?) se titula Juventud Comunista en marcha, a la que pone en la vanguardia del porvenir:

Con el acero de sus brazos han de hacer

edificios que iluminen las nubes.

Su voluntad de siglos encenderá una aurora

de gigantes.

Las fábricas darán la vida de los templos

más puros y más firmes.

Los comunistas jóvenes serán los químicos

que asombrarán al mundo.

¡Todos, fuego de juventud en el pulmón,

en marcha! [2]

Los siguientes poemas están dedicados a su público objetivo, la clase obrera, y a denunciar su situación bajo el yugo del capitalismo -aunque sea el capitalismo de la república-; así se dirige a obreros,

Hombres máquinas, el cerebro en el pico,

trabajan como puercos en la sombra

¡mierda pura y nada más que mierda pura,

es la existencia de estos hombres! [3]

A pescadores,

¿pero es que acaso ignoras que tu patrón

es rico?

No seas puerco y dime, ¿para qué quieres

perlas? [4]

A campesinos...

Los campesinos, como bueyes cansados,

harán mudo regreso a sus hogares.

El hambre allí les clavará sus garras. [5]

Pero no sólo denunciar las injusticias es la tarea del poeta, que por aquél entonces ya era militante del Partido Comunista, sino proponer soluciones, llamar a la lucha, elevar la conciencia de clase, unir a las masas trabajadoras:

¡Camaradas, imponed vuestra fuerza!

Hemos de unirnos,

y hacer de nuestros pechos bayonetas

para aplastar la mierda de toda burguesía. [6]

Durante toda su trayectoria poética, siempre unida indisolublemente al Partido Comunista de España, llevó a cabo la linea de utilizar el arte como arma: un arte de agitación y propaganda, de quejas, proclamas, llamadas, acusaciones y reivindicaciones, con un estilo simple y crudo, aquel que la clase obrera inculta podía entender y hacer suyo:

¡He de cagarme en dios cuando los gallos

de la aurora den boletines de trabajo!

Que no me exploten más. ¡Que no me exploten! [7]

La situación política de España en aquellos tiempos era muy movida, y Pla y Beltrán no dejaba escapar un suceso relacionado con cualquier opresión para denunciarlo y dar voz a la clase oprimida. Tal hace con lo ocurrido en Castillblanco o en Casas Viejas, y así habla tras la revolución asturiana del 32:

¡Vosotros,

los hermanos de Asturias y Cataluña!

¡Los que os alzasteis en las minas,

gritando vuestra libertad hasta partir el cielo,

hasta asordar al mundo con vuestro grito;

los que os alzasteis en las ciudades

levantando las barricadas de la Revolución! [8]

Durante la guerra civil, trabajó activamente en el comisariado de propaganda, y también en montones de iniciativas culturales llevadas a cabo por las asociaciones de intelectuales antifascistas. Cantó llamando a la lucha contra el fascismo,

¡Camaradas, luchadores

de valles y serranías,

todo el que de hombre se precie

debe ser de las milicias! 123 [9]

al ejército popular,

¡Todos adelante! ¡En pie!

¡Los cobardes que se vayan!

¿Quién os habla de la muerte?

¿Quién tiene miedo a las balas?

"¡No pasarán!" hemos dicho. [10]

y también a la retaguardia...

Cada golpe de tu azada

es un fascista que muere. [11]

Tras la derrota en la guerra nacional revolucionaria, Pla y Beltrán pasó por la cárcel y más tarde se vio obligado a cambiar su nombre, y continuó escribiendo la tristeza de la derrota, de la sombra que se perpetúa y de la aspiración revolucionaria que se desvanece entre persecuciones y ejecuciones. Emigró y, para ser sinceros, su obra revolucionaria acabó ahí, pues en el exilio tan sólo escribió cuentos. No obstante, sus convicciones no fueron jamás abandonadas, hasta su muerte en 1963, y su testigo, tanto artístico como político, lo cogemos miles de jóvenes obreros y poetas en el día de hoy, aunque a muchos les sea desconocido este nombre. El mismo anhelo que merodeaba por la cabeza y el corazón de Pla y Beltrán revolotea hoy por las nuestras, y no hay mejor forma de explicar este anhelo, este deseo incontestable al que él entregó su vida, que reproduciendo el último poema de su libro Narja, llamado Post-revolución:

Por rieles de lumbre fue rodando la tarde

hacia el poniente.

Agudas bayonetas golpearon sus pechos

de impaciencia.

Por los 20.000.000 de obreros crucificados

de hambre.

Saltaba el polvo vivo bajo las plantas

muertas. En el aire

la muchedumbre iba desmelenada

de prejuicios.

Fuerte, de vida plena, y rodadora

del mundo.

Una alta bandera era la voz potentes de los hombres.

La ciudades rompieron sus cadenas

liberando sus músculos,

floreciendo de camisas ensangrentadas,

de acero y cañones.

El campo dará su voz de siglos

al campesino. ¡Toda la tierra

para el que la trabaja! El humo

de las fábricas

entonará canciones de optimismo

bajo los brazos del proletario

que ya no sufre.

La tarde rota y descabezada de bayonetas

rodó al ocaso. Y entonces

la muchedumbre dio la bandera

de sus martillos y sus hoces al aire libre. [12]





[1] Saludo a los poetas últimamente adheridos a la revolución, Epopeyas de sangre, 1933

[2] Juventud Comunista: en marcha, Narja, 1932

[3] Minas y hombres, Narja, 1932

[4] Trabajador del mar, Narja, 1932

[5] Campesinos, Narja, 1932

[6] Llamada, Narja, 1932

[7] Forzados, Narja, 1932

[8] Homenaje a los caídos en la lucha, Hoguera en el sur, 1935

[9] Romance de los campesinos que luchan en los campos de Aragón y Andalucía, Poemas de la guerra civil, 1936

[10] Galán, Poemas de la guerra civil, 1937

[11] Romance del labrador valenciano, Poemas de la guerra civil, 1937

[12] Post-revolución, Narja, 1932

* Los versos seleccionados forman parte de poemas más largos y en algunos casos han sido agrupados, no mostrando aquí, por focalizar la atención en los versos de interés, algunos de los versos entre unos y otros.

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