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LA BATALLA DE STALINGRADO, el comienzo del fin de la Alemania Nazi.

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Stalingrado fue la batalla más sangrienta y decisiva de la segunda guerra mundial, y de la historia de la humanidad. Con casi dos millones de muertos, enfrentó al invicto Sexto Ejercito alemán, contra el ejército soviético, en un combate urbano, entre las calles, comercios, casas, talleres, y que terminó con la victoria rusa que significaría un giro en las tornas, y el comienzo del fin del 3er Reich.

En este modesto artículo pretendemos acercar la mirada hacia un aspecto de la batalla que fue crucial, la población civil de la ciudad de Stalingrado, y su participación directa en la contienda.

Antes de estallar la 2ª Guerra Mundial, la ciudad contaba con unos 500.000 habitantes, número que aumentó durante el conflicto debido a los refugiados procedentes del frente. Antes del primer bombardeo, ya se habían realizado varias evacuaciones, pero un elevado número de personas continuaba en sus casas. Así se sabe que en los dos primeros días de bombardeo murieron 40.000 civiles. La suma total de muertes civiles se desconoce, pero tras la batalla un censo solo encontró a 1.515 personas que hubiesen vivido en Stalingrado en 1942. La guerra total dejaba su profunda huella en la población civil, siendo durante todo el conflicto un blanco recurrente de los bombardeos y ataques. La tragedia humana es palpable, tanto en las cifras, como en la infinidad de relatos de supervivientes y documentos.

El papel que estos habitantes jugaron en la defensa de la ciudad, es muy importante, si tenemos en cuenta que la ciudad no recibió tropas de refuerzo, antes del ataque nazi, y la guarnición de la ciudad resistió los cinco meses del asedio. No podemos explicar esta heroica defensa sin hablar de Mámaiev, una colina plagada de trincheras que corona el centro de la ciudad, donde se atrincheraron las tropas rusas. A su alrededor se extendían los barrios, parques, plazas y fabricas que componían la ciudad. Debemos imaginarnos una lucha encarnizada por cada metro de terreno, donde la población civil sufrió gravemente las consecuencias, pero sin olvidarnos de su participación activa en forma de milicias. Un buen ejemplo es la noche del día 23 de Agosto de 1942, cuando tras recibir la noticia, los supervisores de la fábrica de tractores, la factoría más grande de la ciudad, que en ese momento proporcionaba tanques para el frente; comenzaron a preparar las líneas defensivas alrededor de la fábrica con ayuda de los trabajadores de la misma. Algunos con uniforme, pero la mayoría de los combatientes de las barricadas recibieron al ejército alemán de paisano, con su indumentaria. Monos de trabajo y cascos eran la estampa de aquella primera línea de defensa.

Los comisarios políticos y los capataces llevaron a cabo los reclutamientos entre los miles de trabajadores: - Los que puedan llevar armas y sepan dispararlas, que escriban sus nombres aquí debajo-. Dándoles un brazalete, un fusil y una canana con municiones, para disponerse a la defensa. Frente a ellos, el invicto IV ejército alemán, dirigido por el comandante en jefe Friedrich von Paulus, cuya artillería no cesaba de bombardear las posiciones rusas. La primera ofensiva alemana, fue rechazada por estos obreros soldados, que durante la noche fortificaron adecuadamente la zona. Las ordenes de Hitler, de tomar Stalingrado en veinticuatro horas, eran ya solo una ilusión para el mando nazi.

La vida cotidiana y el funcionamiento de la ciudad no se habían interrumpido por los avisos, que llegaban del frente sobre la cercanía del ejército nazi. En aquellos días los simulacros de bombardeo eran ya habituales, y la gente ocupaba los tranvías y bibliotecas, observando el vaivén de tropas por las calles, y los vuelos de observación del enemigo. Pero aquella mañana cuando la aviación alemana bombardeo el centro urbano, la actividad de la ciudad se detuvo. Desde aquel momento la guerra se metió de lleno en las calles y edificios de Stalingrado, y nunca más se borraría del recuerdo de una ciudad y del pueblo ruso.

Además de sus formidable labor en la defensa de la ciudad, cabe destacar el trabajo que realizó la población civil en las labores de socorro y ayuda, junto a los servicios de bomberos y los equipos de salvamento durante todo el asedio, aunque su actividad se centró en los primeros días de bombardeo, atendiendo a las innumerables victimas, bajo los escombros de una ciudad en ruinas.

Otro episodio que implicó a un gran número de familias que huían del horror de la batalla, ocurrió en los muelles del Volga, donde los repletos botes evacuaban a la población a la otra orilla del río, para que huyeran hacía las estepas. Las escenas que se sucedieron en esta parte de la ciudad, son trágicas. Las masas de civiles que se acumulaban en los muelles se intentaban cubrir en el acantilado que daba al río, mientras la aviación alemana disparaba a discreción. Junto a esta podemos imaginarnos infinidad de situaciones terribles, en cada recogido bunker, barricada o túnel, sin discriminación de edad o sexo, y que forman parte de la historia de la Humanidad, y que conviene no olvidar nunca.

Cuando hablemos de la batalla de Stalingrado no debemos olvidar a esa población civil, que junto a los dos ejércitos que se enfrentaron, fue una pieza fundamental en el tablero, que cambiaría las tornas de la guerra y de la historia.

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