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Jue25042024

Última actualización09:36:03 AM GMT


Alberto Sánchez, el escultor socialista (casi) ocultado por el franquismo

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Las clases trabajadoras y populares han tenido siempre muy limitadas sus posibilidades de acceso al mundo del arte. Tanto el más difícil acceso ciertos niveles y especialidades educativas, como la propia realidad laboral, que imposibilita la dedicación de mucho tiempo a las actividades artísticas y a su desarrollo, son obstáculos que no tienen otras capas sociales más privilegiadas.Sin embargo, a pesar de ello,de las filas de la clase obrera han salido grandes artistas a lo largo de las últimas décadas de historia, y Alberto Sánchez, escultor y pintor, es una de estas excepciones.

Su origen humilde, y la necesidad de ayudar a su padre en su trabajo de panadero, hicieron que Alberto no pudiera cursar más estudios que los de la escuela de párvulos. Comenzaba con siete años su vida laboral de esta manera, y hasta los veinte trabajaría en muchos más oficios para colaborar en la economía familiar. Con trece años se trasladó con su familia a Madrid, y fue allí donde gracias a un amigo aprendería a leer y a escribir con quince años. Cuesta creer que con catorce no supiera ni leer y treinta años después expusiera una escultura en la Exposición Internacional de París de 1937 junto al Guernica de Picasso, pero así fue.

Pero antes de interesarse en profundidad por el arte lo hizo por la política. El joven Alberto se había trasladado a un Madrid donde florecía el movimiento obrero y las ideas anarquistas y socialistas se extendían entre los barrios de trabajadores. Desde muy pronto, y aunque antes de la guerra civil el desarrollo del PCE en España era escaso, Alberto se identificó con la ideología comunista y comenzó a participar en la movilización social de Madrid. Participó en las Juventudes Socialistas y de hecho fue allí donde tuvo su primer contacto importante con un artista: Francisco Mateos, pintor y caricaturista.

Pero fue entre 1917 y 1919, cumpliendo el servicio militar en el norte de África, cuando Alberto descubrió sus aptitudes y su sensibilidad artística. En Melilla realizaría sus primeras esculturas, que expondría enuna tienda de campaña del Regimiento. Al volver a Madrid, aunque siguiera trabajando como panadero, empezaría a moverse en círculos intelectuales y artísticos, asistiendo a debates políticos y de arte en los cafés de la época. Los años veinte, en los que esto ocurría, son los años en los que florecen las vanguardias en los círculos artísticos de algunas capitales europeas, y estas fueron las corrientes que más influirían en el artista que comenzó a conocerse por su nombre a secas, Alberto, o como Alberto "el socialista".

Aunque se le conozca y estudie poco hoy en día, Alberto fue un gran representante del vanguardismo español, y así lo reconocían sus contemporáneos, no solo en su país. La peculiaridad de su obra es saber mezclar vanguardia y tradición, y la abstracción característica de las vanguardias con formas más concretas y reconocibles. Quienes han estudiado su obra afirman que su gran obsesión era plasmar los matices y las texturas de la tierra, esa tierra trabajada por tantos jornaleros y campesinos que constituían la mayoría de la clase trabajadora explotada en una España todavía eminentemente rural.Dicen los estudiosos que esto es de lo más característico de su obra: esta vanguardia tan fiel ala realidad rural y popularibérica. Alberto no quiso tomar excesivas influencias de las vanguardias internacionales con capital en París, sino ser escultor de las realidades y de los materiales españoles.

Cuando estalló la guerra civil española, Alberto se alistó en las filas antifascistas para combatir en el frente de Guadarrama, pero el gobierno republicano ya trasladado a Valencia le requeriría para realizar allí unos trabajos artísticos, y en 1938 lo enviaría a la URSS para enseñar dibujo en Moscú a los niños de los exiliados españoles. Antes de este exilio, del que ya no volvería, realizó su obra más reconocida, la que se expondría en la Exposición Internacional de 1937, concebida con el lema "por el progreso, el trabajo y la paz". Esa obra sería El pueblo español tiene un camino que conduce a una estrella, que alude a la estrella roja del internacionalismo representado entonces por la Tercera Internacional comunista. Se trata de una escultura bastante abstracta pero que sí tiene forma antropomorfa y un largo saliente vertical que se interpreta en general como un brazo levantando el puño, sobre el cual hay una forma similar a una estrella que simboliza la esperanza y las reivindicaciones del pueblo español en plena batalla contra el fascismo.

Las bombas franquistas destruirían su estudio y la mayoría de su obra, razón por la cual es un artista insuficientemente estudiado y conocido, aunque en Moscú pudo reconstruir algunas de sus obras mientras ejercía de profesor y comenzaba una carrera política en el país que fuera la cabeza del bloque socialista de la Guerra Fría. Hasta El pueblo español tiene un camino que conduce a una estrella desaparecería aunque recientemente se hayan encargado reproducciones a escala de la obra. Hasta hace poco, sólo el país ex socialista guardó un legado significativo de este artista genuino español, comprometido y socialista, cuya fama tuvo que lidiar con la guerra civil y la censura franquista posterior. Ni siquiera podría regresar a España, y moriría en 1962 en aquel país que lo acogiera en su exilio.

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