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El fallido intento de golpe de estado del 18 de julio

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Hoy, 18 de julio, se cumplen 77 años del fallido golpe de estado que trató de derrocar a la Segunda República Española. Aunque realmente el golpe comenzó el día 17, aunque el historiador Ángel Viñas defiende que sería el día 16, con el supuesto asesinato del General Balmes1 por orden de Franco.

Conocido es por todos que el fracaso del golpe supuso el comienzo de la Guerra Civil, al no poder imponerse los sublevados en la totalidad del territorio, ni en las zonas más importantes del país, pero teniendo una importancia vital el hecho de que el ejército de África, dirigido por la oficialidad más reaccionaria de todo el ejército, se pasase al bando sublevado, así como la decisiva ayuda de los estados fascistas de Alemania e Italia.

Se nos ha intentado mentir, e incluso hoy día algunos pseudohistoriadores lo siguen intentando, diciendo que el golpe se debió a causas espontáneas, y que sólo con la evolución de los hechos esta sublevación cambió su carácter hacia la construcción de un modelo diferente de estado, que acabaría siendo la dictadura fascista de Franco.

Pero este intento de golpe de estado no es fruto de la espontaneidad, como se ha querido aducir. Ni la sublevación la provocó el asesinato de Calvo Sotelo, ni la recuperación de las reformas del primer periodo de la República, ni el “peligro comunista”. El proceso conspiratorio que culminaría el día 18 de julio tiene sus antecedentes, como mínimo, en el 17 de febrero de ese mismo año, un día después de las elecciones en las que resultó vencedora la coalición electoral del Frente Popular. Desde ese momento diversas fuerzas reaccionarias, formadas por la oligarquía financiera y terrateniente, así como diversas fuerzas políticas y los mandos militares del ejército, en constante fascistización desde la llegada de la CEDA al gobierno en 1934, conspiraron para derrocar a la República.

Y fue con el acceso de la CEDA al gobierno cuando por primera y única vez en la República  estas fuerzas reaccionarias vieron la posibilidad de cambiar la situación mediante los mecanismo establecidos. En el periodo de 1931 a 1933 se habían visto excluidas del poder político, manteniendo en cambio todo su poderío económico. En este periodo rechazaron la posibilidad del camino democrático, apostando por la oposición violenta. Después de la victoria del Frente Popular en la elecciones del 16 de febrero, la vía democrática por la que optaron en el periodo de 1933 a 1935 se esfumó, pasando a ser la estrategia la confrontación violenta.

El 17 de febrero de 1936, los políticos derechistas Gil Robles y Calvo Sotelo visitaron al entonces jefe de Gobierno, Portela2. El Frente Popular llevaba en su programa la excarcelación de los presos de 1934. Ambos políticos instaron a Portela a declarar estado de guerra. El propio Franco le pidió lo mismo. Finalmente este se declaró en Alicante y Zaragoza, por iniciativa de algunos militares, aunque no consiguieron apoyo, por lo que la sublevación hubo de esperar. Portela dimitiría poco después.

Este es un hecho que prueba que desde el momento en que el Frente Popular obtuvo la victoria electoral, la estrategia cambió radicalmente. En los meses siguientes se fraguaría la conspiración militar, que contó con la ayuda de algunos de estos políticos, como Calvo Sotelo, así como otro grupos políticos y la oligarquía financiera y terrateniente. Historiadores como Julio Arostegui han dejado trabajos que analizan meticulosamente el proceso conspiratorio.

En relación a las falsas acusaciones de que el golpe se debió a la amenaza comunista me gustaría copiar dos documentos, en los que se muestra la línea que tuvo el PCE una vez se declaró el golpe. El 18 de julio por la noche, el PCE y PSOE emitían la siguiente carta a sus militantes:

 «Cada militante debe presentarse en el local de la organización más inmediata y quedar a la espera de la orden de actuar, que le será dada tan pronto como esa consigna sea necesaria... EI Frente Popular necesita revalidar con las armas la victoria que alcanzó en las urnas. A ese efecto se dirige al gobierno y le dice: aquí nos tiene, serenos y resueltos, dispuestos a contribuir a la derrota de los que se han alzado para ensangrentar el país y entregarlo a la más envilecedora de las reacciones...»3

 En la noche del 18 al 19 de julio Dolores Ibárruri diría en nombre del Comité Central del PCE al pueblo español:

«Trabajadores, antifascistas, pueblo laborioso: Todos en pie, dispuestos a defender la República, las libertades populares y las conquistas democráticas del pueblo...»

«…Al grito de ¡EI fascismo no pasará, no pasarán los verdugos de octubre!, comunistas, socialistas, anarquistas y republicanos, unidos a los soldados y a todas aquellas fuerzas armadas fieles a la voluntad del pueblo, van des­trozando a los sublevados que han arrastrado por el fango de la traición el honor militar de que tantas veces han hecho alarde. Vibra de indignaci6n el país ante éstos desalmados que quieren, por el fuego y la violencia, sumir la España democrática y popular en un infierno de terror. Pero no pasarán. España entera esta en pie de lucha».

«¡Trabajadores! EI Partido Comunista os llama a ocupar un puesto en el combate para aplastar definitivamente a los enemigos de la República y de las libertades populares. ¡Viva el Frente Popular! ¡Viva la unión de todos los antifascistas! ¡Viva la República del Pueblo!»4

 Queda claro con estos extractos que la postura del PCE se aleja de lo que algunos pseudohistoriadores y la historiografía franquista nos han querido vender. La estrategia del PCE no era la revolución socialista para ese momento, y no lo fue tampoco durante la guerra. El objetivo, en ese momento, era la lucha contra el fascismo, de ahí la llamada del Comité Central del PCE a los obreros para luchar salvar a la República.

Sí es cierto que en muchos territorios hubo conatos revolucionarios, e incluso se llegó en algunas zonas a llevar a cabo colectivizaciones. Estos actos fueron la reacción de fuerzas anarquistas al golpe fascista. Como diría Julio Arostegui, “la contrarrevolución provocó la revolución”5.

Siguiendo con la narración de los hechos, tras varios meses organizando el golpe, finalmente se consumó con la sublevación del ejercito de África el 17 de julio.

En estos meses Emilio Mola se había puesto al frente de la preparación de la sublevación6, aunque quedaba claro que una vez triunfase el golpe sería Sanjurjo quién tomase las riendas. En los meses que van del 16 de febrero al 18 de julio, Emilio Mola consiguió el apoyo de diversos grupos políticos reaccionarios. Destacan aquí carlistas y falangistas. Los carlistas de Fal Conde estuvieron dubitativos, pero se sumaron con la promesa de que Sanjurjo lideraría la rebelión. Por su parte Falange se había visto reforzada tras haber recibido a gran parte de las Juventudes de Acción Popular (JAC), y a pesar de tener algunas reticencias, sus dirigentes no dudaron en sumarse al golpe.

Se podría decir que llevaba sublevado desde el 12 del mismo mes, cuando se reunió a un ingente número de tropas –unas veinte mil –con la excusa de realizar maniobras militares. Yagüe aprovechó este momento para dar las últimas instrucciones del golpe. Una vez todos estuvieron en sus puestos, dio la orden de comenzar la sublevación el 17 por la noche, aunque el día 16 se habían adelantado a dicha orden algunas tropas. Finalmente la sublevación en el Protectorado comenzaría el mismo 17. Franco llegaría el 19 a Marruecos para tomar el mando del ejército de África.

El gobierno presidido por Casares Quiroga había hecho caso omiso a las denuncias realizadas por el PCE, PSOE y las JSU, que habían avisado que se avecinaba un golpe militar. E incluso una vez este golpe fue un hecho, tanto él como su breve sucesor, Martínez Barrio, se negaron a dar armas al pueblo. Finalmente accedería a entregar las armas el gobierno de Giral, aunque ya era tarde para muchos territorios.

Pero las masas populares, así como las organizaciones obreras entre las que destaca el PCE, no iban a quedarse quietos a la espera de armas. La clase obrera española ofreció una heroica resistencia a los golpistas desde el mismo momento en que la sublevación comenzó. Los sublevados consiguieron controlas las zonas agrarias, donde la población obrera era escasa, pero los grandes centros industriales se mantuvieron fieles a la República.

Por casi todos es conocida la resistencia a los golpistas en Madrid o Barcelona, donde acabaron derrotados. Pero no tan conocida es la resistencia al golpe en otras zonas7. Por ejemplo, en Melilla las masas populares salieron a la calle, encabezadas por los comunistas y socialistas, llamando a la Huelga General y asaltando armerías para conseguir las armas que se les negaban. En Larache –también en el África colonial –los obreros luchaban junto con los militares fieles a la República. Pero a pesar de la resistencia el golpe acabó triunfando, aunque hubo focos de resistencia en los barrios obreros por unos días. Fueron las bandas fascistas, armadas por los golpistas, las que se encargaron de eliminar estos focos, así como de detener y ejecutar a los líderes más destacados del movimiento obrero.

Andalucía se sublevaría el 18 de julio en Sevilla. El pueblo, organizado aquí por los sindicatos UGT y CNT, así como por el PCE, salió a la calle para luchar contra los fascistas. Con apenas 80 mosquetones, ya que el gobernador civil les negó armas, ofrecieron resistencia. Pronto quedaron cercados en los barrios obreros. El día 19, se envió un destacamento de mineros de Rio Tinto y guardias civiles para ayudar en Sevilla. Pero una vez salieron de la ciudad los guardias civiles dispararon de forma cobarde contra los mineros, y se pasaron al bando sublevado. Gracias a la acción de las masas populares, Huelva, Málaga, Jaén y Almería quedaron bajo poder republicano.

Del mismo modo hubo lucha contra los alzados en Galicia, destacando entre las capitales de provincia la lucha en Ferrol. Allí los obreros, después de que les negasen armas, intentaron ayudar a los buques Cervera y España, aunque estos acabaron rindiéndose tras una ardua batalla. En el municipio de Tuy las fuerzas leales a la República consiguieron formar una columna de unos tres mil hombres, aunque acabaron siendo superados por las fuerzas fascistas.

Estos levantamientos populares en pos de salvar a la República luchando contra los militares golpistas se dieron en prácticamente la totalidad del territorio, pero triunfaron o fueron más importantes en las zonas más industrializadas del país. En los lugares donde la lucha contra los fascistas fracasó, le siguió a esta una brutal y sangrienta represión.

Cabe destacar que el grueso de esta sublevación fue llevado a cabo por el cuerpo de oficiales, fuertemente fascistizado. Pero no fue unánime el cumplimiento de las órdenes que estos daban. Un ejemplo de ello es la actuación de la tripulación de la marina. Cabe destacar que este cuerpo tenía más facilidades que las unidades de tierra para interceptar comunicaciones, como así hicieron.

La oficialidad de la flota estaba claramente a favor de la sublevación. Una vez que se interceptaron comunicaciones que probaban la complicidad de sus mandos con los sublevados, la tropa les cesó de su mando, haciéndolos prisioneros. La mayoría de la flota, gracias a las acciones llevadas a cabo por la tripulación, se mantuvo fiel a la República. Se conservan comunicaciones, como la los marineros del Libertad hacia el gobierno de Madrid tras rendir a sus oficiales.

«Dotación detuvo jefes y oficiales, que se encuentran vigilados en sus camarotes. Ponernos buques a disposición del gobierno».

Cabe destacar que en el ejército de tierra la negativa a cumplir órdenes se pagó en muchos casos con la vida.

Por último trataré la transformación del fallido golpe de estado en una guerra de larga duración y con aliados definidos. Me parece acertado el análisis del historiador Angel Viñas al respecto8, dando cuatro dinámicas que transformaron el golpe en guerra.

La primera ya ha sido nombrada con anterioridad en este artículo. El gobierno republicano obvió el peligro que podía suponer un cuerpo de oficiales desleal. A eso habríamos de sumar la incapacidad tanto de los golpistas como del gobierno republicano para hacerse con el control de todo el territorio. Esto se debió en parte a que no todo el ejército se sublevó, existiendo

En segundo lugar, la falta de apoyo y el abandono al que se vio sometida la República por parte de las democracias occidentales. Ligada a está iría la tercera, el apoyo decidido desde el primer momento de las potencias fascistas a los golpistas.

La última dinámica sería el apoyo de la URSS a la República a partir de septiembre, una vez que se demostró que la No Intervención era un fraude. Este apoyo permitió al gobierno legítimo continuar la lucha contra los golpistas, siendo decisiva, junto a las Brigadas Internacionales, en la Batalla de Madrid.

Mucho más podríamos hablar acerca del fallido golpe de estado del 18 de julio de 1936, pero para ello ya poseemos una extensa bibliografía. En este artículo he intentado desmontar, de forma breve, algunos de los mitos construidos por la historiografía fascista, así como recordar que la clase obrera de este país no se mantuvo en su casa expectante, sino que salió a la calle a luchar contra el fascismo. Los comunistas y los obreros hemos de estar orgullosos de ello. Fue una respuesta heroica, y no debe ser olvidada.



1No están claras las causas de su muerte, aunque todo apunta a que fue asesinado por ordenes de Franco.

2AROSTEGUI, J, Por qué el 18 de julio y después..., Flor del Viento, Barcelona, 2006, pp. 130-131.

3    EI Sol, 19 de julio de 1936.

4Este discurso fue pronunciado en Unión Radio de Madrid.

5Obviamente el análisis realizado por Julio Arostegui es mucho más amplio, pero ese frase resume la idea de dicho análisis. Si a alguien le interesa podrá encontrar dicho análisis en el capítulo IV de Por qué el 18 de julio y después...

6AROSTEGUI, J, Por qué el 18 de julio y después..., Flor del Viento, Barcelona, 2006, pp. 143.

7Los ejemplos que pongo a continuación están extraídos del Tomo I de Guerra y Revolución en España 1936-1939.

8VIÑAS, A, La soledad de la República, Crítica, Barcelona, 2010, pp. 12-17.

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