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Camarón de la Isla, una leyenda de la música española

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Camarón de la Isla, uno de los mayores artistas de todos los tiempos de la música española, alma viva del flamenco que hoy nos sigue emocionando al escuchar canciones como "La leyenda del tiempo" o "Detrás del tuyo se va". Gitano, cantaor y leyenda; hoy te dedicamos unas líneas, maestro.

Criado en el barrio de Las Callejuelas, en San Fernando (Cádiz), pasó la infancia entre poblados de viviendas y junto a sus siete hermanos. Muy temprano le abandonaría su padre (1), quien se encargaba de traer el pan a casa, así Camarón empezó a cantar en algunas ventas para ganarse unas "perras" con las que ayudar a la familia. Todo era intuición, no sabía cantar, pero cantaba, no sabía afinar, pero afinaba; era la pureza de la que hablaba Lorca, el duende gitano.

Antes de llegar a la mayoría de edad, Camarón de la Isla comenzaba a dar sus primeros conciertos en Madrid, en el tablao de las Torres Bermejas, donde descubrió a Paco de Lucía y grabaron un disco juntos: "Al verte las flores lloran", uno a la voz y otro a la guitarra. La amistad duraría muchos años, hasta que el dinero y la droga hicieron mella entre los dos. Camarón sabía desde pequeño que había de ir a Madrid a trabajar: "tenía que ir a Madrid, que es donde el artista, igual que el torero, igual que el futbolista, se hace"¸ declaraba en una entrevista en el ochenta y ocho.

Un gran artista siempre tiene sombras, y Camarón tenía más que nadie. En "Camarón: la vida de un príncipe", Francisco Peregil relata la vida del cantaor, con testimonios de Paco de Lucía y algunos familiares sobre su agitada vida. Camarón fumaba cuatro paquetes de tabaco al día y consumía además heroína y cocaína. Las fiestas gitanas cambiaron, del ambiente flamenco y las palmas a las rayas de coca y peleas. En la década de los ochenta, en pleno auge del consumo de heroína, Camarón tenía más de una decena de discos a la espalda, y eso daba dinero, mucho dinero. Se fue a vivir a Vallecas, donde era invitado a droga por todos los gitanos que le admiraban, tenía muchos seguidores y nadie se enfrentaba con él. "Se fueron a una sala de fiestas. Se produjo una rivalidad salvaje entre las bandas de allí por ver quién le ponía a Camarón el plato sopero más grande de coca". Así era su vida detrás del tablao. (2)

En 1981 lanza "Como el agua", considerado uno de sus mejores discos y seis años después, ofrece un concierto en París, reeditado en vídeo y lanzado en 1999. La voz de Camarón es inigualable, contiene ese elemento popular del que hablamos a menudo, esa magia que consigue que nos traslademos a cualquier barrio obrero de los ochenta, y que hoy, más que nunca está presente entre diferentes sectores juveniles. El talento gitano brillaba por sí solo, y según Paco de Lucía "Los cantantes de ópera dedican toda su vida al estudio para conseguir eso. Él lo hacía por mera intuición". (3)

La extracción de clase de Camarón se reflejaba en sus letras y entrevistas, él afirmaba que había que buscar la música del pueblo, y que la comercialización del flamenco no era porque las empresas quisieran hacerlo llegar a la gente, sino por sus propios beneficios. Acertado en sus razonamientos, Camarón, el príncipe gitano, conocía mejor que nadie la miseria del correcalles, del niño que para comer tenía que correr primero. Analfabeto y trabajador, que antes de cantar ayudaba a su padre en la fragua.

Todavía hoy se nos ponen los pelos de punta con algunos de sus temas, escuchando el cante hondo del gitano, las bulerías y fandangos del de la Isla. Os recomendamos escuchar la siguiente canción, que es un directo en Montreux (Suiza) de 1991.

Pero Camarón lo pagaría caro, el tabaco lo mató. En 1992, con de una veintena de LPs grabados, muere en Badalona por un maldito cáncer de pulmón. Gitano desde que nació, y hasta su muerte, envuelto con la bandera gitana, su funeral fue presenciado por más de 50.000 personas que quisieron dar su último adiós al maestro del flamenco español.

 

Notas:

(1) El padre en la cultura gitana es una figura muy importante. Cuentan que Camarón de niño dormía a los pies de su padre y que al irse éste, con tan solo siete años del niño, dejó una ausencia muy grande en su corazón.

(2) Peregil, F. Camarón, el dolor de un príncipe. Pág. 35-36. Libros del KO, 2013.

(3) Peregil, F. Camarón, el dolor de un príncipe. Pág. 134. Libros del KO, 2013.

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