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Mar19032024

Última actualización09:36:03 AM GMT


Ahed Tamimi: La lucha de la razón.

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Israel nos tiene acostumbrados al escándalo y la violencia. Podemos verla en nuestros televisores cada cierto tiempo. Es obvio que sus acciones son injustas, los bombardeos, la represión, la ocupación... y sin embargo nadie hace nada por impedírselo. Se crea así una imagen extraña donde la violencia y la sinrazón forman parte de lo cotidiano, se acepta la situación reinante porque no hay vistas de que cambie. Sin embargo el caso de Ahed Tamimi ha llegado al "corazón" de los mass media españoles. Será que el morbo vende.

Los medios buscan obtener beneficios de la información, y esto limita y condiciona fuertemente qué aparece en los canales informativos, pero esto no le resta valor a la historia de Tamimi, esa adolescente que abofeteo a un par de militares por invadir su casa. Es totalmente legítimo, desde nuestro cómodo punto de vista, la defensa de nuestros hogares, incluso si ello implica golpear los rostros de dos soldados fuertemente armados. Al fin y al cabo, es tu casa ¿Qué derecho tienen para entrar? El derecho que les otorga la ley israelí y, en última instancia, las armas que llevan consigo, más aún, es la misma ley israelí que permite estos comportamientos la que ha encarcelado a esta menor, de 17 años, asi como a su madre, y les pide hasta 10 años de cárcel.

Es aquí donde la mente del receptor colapsa, la lógica salta por los aires y se produce el enfado y rechazo de la sinrazón. Es una situación tan ridícula y que rompe tanto con el "sentido común", que produce un efecto de empatía y solidaridad. Nadie quiere que le traten como a Ahed Tamimi. Las sensaciones y el efecto que provocan esta historia son utilizados para ofrecer una mercancía más "atractiva" al público, lo cual explica la amplia cobertura que los mass media han dado a esta noticia de carácter combativo.

Estos medios de comunicación son los mismos que en cierto modo nos han habituado a la violencia del régimen israelí. Ese es el peligro, acostumbrarnos a la sinrazón, a la injusticia y la locura, el caos resultado de los conflictos del gran capital. Pero la melena rubia, los ojos azules y la terrible injusticia enfrentada con valor rompen los esquemas que en occidente nos han implantado. No se trata, en este caso, de la violencia sin sentido entre confesiones religiosas, la versión oficial donde ambos bandos, guiados por el odio, actúan de forma injusta y desproporcionada. Los prejuicios y los intereses políticos pintan un escenario donde israelíes y palestinos son igual de malos, no se puede apoyar a unos por su represión ni a los otros por su extremismo. Pero Tamimi no se cubre el pelo con el velo ni lleva consigo un cinturón explosivo, lo cierto es que le gusta jugar al fútbol y hacer coreografías de Rihanna, todo ello mientras se prepara para los exámenes de entrada a la universidad.

Aquí el problema de fondo sale a relucir, sin verse alterado por los discursos políticos altisonantes. Ahed Tamimi no es sino una joven normal, excepcionalmente valiente, pero no muy distinta por lo demás de cualquier otra joven española. Sus propios rasgos físicos chocan contra nuestros prejuicios (Sí, aunque parezca sorprendente hay gente rubia originaria de oriente próximo). La realidad es que el régimen israelí ha impuesto el sinsentido y la violencia en las tierras de palestina, expulsando gradualmente a sus habitantes, haciéndose con sus escasos recursos naturales (manantiales, zonas de cultivo...) y la respuesta natural a estas agresiones es la lucha. Desde niña Ahed ha sido una activista muy activa, como toda su familia, su tío de 31 años murió en una protesta por los disparos de las fuerzas del orden en 2012, en 2013 la familia Tamimi fue entrevistada por el New York Times.

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Detrás de las máscaras y los filtros con los que se adulteran las noticias reside la historia real la de la lucha de la juventud por su futuro, esto es, por sus tierras y sus derechos. Una lucha contra el caos y la locura, contra la violencia. La lucha por la razón. Tanto aquí, en el Estado español, como allí en Palestina, se intenta amedrentar a la juventud, asustarla y evitar que responda. A los palestinos se les aplica la severa ley militar, no así a los civiles israelíes que se rigen por el código civil, las detenciones de menores allí no son una excepción. Pero ni aún así han conseguido amedrentar a la joven Ahed cuya lucha, eliminados los prejuicios y los filtros, resulta ser la lucha por la razón y justicia. Ya sea en España o en Palestina la juventud se ve obligada a luchar por su futuro, y se ve perseguida por ello.

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