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Vie19042024

Última actualización09:36:03 AM GMT


La Conferencia de Rectores continúa de la mano de la privatización de la universidad

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Para bien o para mal, la CRUE, Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas, tiene un nuevo presidente. Su nombre es Segundo Píriz, pero esto importa bien poco. Lo importante es qué papel juega y va a jugar esta figura en la situación y el avance de la universidad española. Recordemos que la CRUE es la organización que aglutina todos los campos públicos y privados del país, teniendo influencia sobre millón y medio de estudiantes universitarios.

Hasta ahora, el papel que ha jugado la CRUE ha sido bastante inútil. Últimamente, por ejemplo, su respuesta a la aprobación del 3+2 –medida que redistribuye los estudios universitarios sustituyendo un año de grado por uno de máster, y por tanto encareciéndolo enormemente- fue algo así como "aplicar el 3+2 ahora mismo supone un cambio muy radical al que no podemos adaptarnos: pero tranquilos, lo haremos a partir de 2017". La respuesta no fue tan explícita, pero este un resumen crudo verídico. Parece que a la Conferencia de Rectores, que incluye 50 universidades públicas y 26 privadas, olvidó mencionar las consecuencias del 3+2: encarecimiento brutal de los estudios completos, crecimiento del número de estudiantes que solo poseerán un grado de 3 años, estando mucho menos preparados y siendo mano de obra barata, y un largo etcétera que podemos consultar aquí.

Retrasar un par de años la aplicación del 3+2 es un dudoso detalle con los estudiantes que están ahora a mitad de carrera, pero cuando nos encontremos, de aquí unos meses, en el curso 2016-2017, ese detalle ya no tendrá ya nada que ofrecer, y los estudiantes –no unos estudiantes concretos, sino el estudiantado, que somos un sector social concreto y que debemos actuar con unidad y solidaridad- nos veremos ahogados por grados penosos y másteres asfixiantes.

Dejar pasar así de fácil el 3+2 no parece digno de una institución al servicio de la educación y del pueblo. El nuevo presidente de la CRUE empieza también con actuaciones magníficas, como las declaraciones que proporcionaba a El País hace tan sólo unos días. Entre algunas opiniones aceptables sobre docencia y movilidad, se entrevé un hombre que desconoce –o hace como que desconoce- lo perjudicial que es para los hijos e hijas de la clase trabajadora que la universidad pública se entrelace con la empresa privada. El presidente habla constantemente de "que vayamos de la mano la universidad y la empresa", de que "las universidades podemos hacer que nuestras empresas facturen más". Nótese que dice "nuestras empresas", sí, nuestras, esas que explotan a nuestros padres, y que los echan si protestan, para contratar a jóvenes desesperados por encontrar trabajo y ganarse la vida.

También señala que está sorprendido "de que empresarios y agentes sociales con los que hablo crean aún que la universidad es aquella torre de marfil de hace unas décadas donde solo se da clase", como diciendo, pasad, queridos, pasad a nuestras universidades e instaurad vuestras empresas privadas aquí. Desde aquí instamos a todos los universitarios a investigar en su universidad y ver cuántos de los servicios son públicos y cuántos privados, ya. ¿Cafeterías? Privadas. ¿Limpieza? Privada. ¿Reprografías? Privadas. Incluso algunas conserjerías son ahora privadas. Como dato, la Universidad de Valencia, por ejemplo, cuenta actualmente con unos 1500 trabajadores públicos y 500 de empresas privadas. La consecuencia de esto es palpable en todas las facultades: los bocadillos son más caros, las fotocopias son más caras, el servicio de limpieza cuesta más a la universidad, y los servicios, por ejemplo el de conserjería, son peores, puesto que no son llevados por docentes sino por trabajadores contratados por empresas privadas que no necesariamente están formados en la materia.

En la misma entrevista, cuando el pregunta si los se plantea la posibilidad de que los alumnos paguen menos por las tasas, Piriz se deshace del tema al estilo "el 3+2 no, pero ahora: en unos años lo metemos" y declara: "deberíamos pelear para que las tasas fuesen lo más baratas posible, pero tenemos unos de los precios más altos de Europa". ¡Vaya! Y ¿qué tal si fueran gratuitas y el presupuesto invertido en la OTAN, en la iglesia católica y en reflotar bancos privados se invirtiera en la educación? Seguro que los estudiantes lo agradeceríamos. Respuesta del presidente de los rectores: "Si hacemos una cuenta rápida, serían unos 1.500 millones de euros anuales. Probablemente hoy no sea asumible, pero sería posible bajarlas con más financiación autonómica y nacional". No le hace mucha gracia la idea, eso de "sería posible bajarlas" no suena nada convincente para un estudiantado que se ve día a día expulsado de la educación superior, empujado al mercado laboral con títulos cada vez más bajos, y en mitad de un drama social de temporalidad, desahucios y falta de oportunidades culturales y de ocio.

En cuestión, la CRUE nunca fue una institución al servicio de los estudiantes de extracción popular, los más necesitados de ayuda económica para estudiar; y no parece que este nuevo presidente vaya a cambiar el rumbo.

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