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Sab04052024

Última actualización09:36:03 AM GMT


Universidades de élite y universidades de segunda

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La Estrategia Universidad 2015 ha dado una mayor importancia a los rankings de universidades, con el objetivo de mostrar al capital privado en cuáles centros invertir y en cuáles no. De esta manera, con la disminución de la financiación pública, se crean dos clases de universidades públicas: las universidades de élite y las universidades de segunda. Una vuelta de tuerca más en el proceso de mercantilización de la educación, que expulsa a los jóvenes de extracción obrera de la educación superior.

Dentro del paquete de medidas que se incluían en la Estrategia Universidad 2015 (cuya primera parada fue el Plan Bolonia), quizá una de las novedades menos sonadas era el ranking de universidades y la importancia que ahora adquiría.

La novedad no está pues en la implantación de rankings como tal, cuestión que ya existe desde hace años, sino la importancia que estos adquieren.

En efecto, el proceso de privatización de la educación implica realizar una serie de cambios para que las empresas privadas pueden seleccionar mejor en qué universidades es más beneficioso invertir. Se necesita adecuar el mundo universitario a los mercados clásicos para evitar que las grandes multinacionales dejen sus suculentos beneficios en saco roto.

Así los rankings se configuran como una herramienta básica: las empresas acuden a estos y saben en qué centros va a ser más beneficioso (tanto por cuestiones económicas como por simple prestigio) invertir. EU2015 crea, por lo tanto, universidades de primera que contarán con grandes recursos y posibilidades y universidades de segunda, cuyo futuro es la desaparición por falta de fondos o malvivir con pocos o ningún recurso.

Este modelo ya implantado en otros lugares como Reino Unido (donde este ranking funciona como una tabla de cualquier competición de fútbol; las universidades 'se pegan' por ascender y atraer a inversores e incluso 'fichan' a profesores estrellas que por sus publicaciones y prestigio les hacen ganar puntos) y está siendo implantado en España.

El primer antecedente relevante se produjo en 1989 cuando se fundó la Universidad Carlos III con Peces-Barba como cabeza visible y bajo el lema 'la pública diferencia'. El objetivo era sencillo: crear una universidad de élite pública. Pero una universidad de élite 'de nuevo modelo', al servicio de las empresas. Prueba de ello es que fue la primera Universidad en aplicar el Plan Bolonia (implantándose un año antes que en el resto del Estado) o que el Presidente del Consejo Social de la Universidad es, a su vez, vicepresidente del Banco Santander.

Pero como ya se ha comentado las propuestas de la UE para la educación, con la EU2015 como plan más destacado, inciden en este proyecto y lo amplían a todo el Estado. El mismo ejemplo se produce en Madrid donde, por ejemplo, la Universidad Rey Juan Carlos está cerrando carreras mientras que la misma Carlos III abre nuevos campus, edificios, carreras, postgrados... ¿mejor gestión de los recursos o una distribución totalmente consciente de los mismos para enviar a la bancarrota a las universidades 'menos competitivas' en términos de mercado y asegurar la inversión de las empresas?

Por otro lado el modelo de universidad de élite pública no es un modelo en el que se admitan a todos los alumnos. Así se configura como un modelo para los hijos de la burguesía. Volviendo al ejemplo destacado la Universidad Carlos III de Madrid mantiene las tasas más altas dentro de la horquilla que fija la Administración, no fracciona las tasas y tiene uno de los precios de másters más caros de todo el Estado (el Máster de Acceso a la Abogacía, que en la URJC se fija en torno a los 3.000€ -a un precio de 35 euros el crédito- en la Carlos III supera los 7.000€ -a 85 euros el crédito)

A estas barreras económicas hay que sumarle la gran cantidad de trabajos y horas de estudio que se imponen a los alumnos en pro de la calidad y que impiden ya no sólo conjugar la vida académica y profesional, sino tener cualquier tipo de vida (incluyendo la social y la política) al margen de los estudios y obligando en ciertas carreras a acudir a academias y profesores particulares con el gasto económico que ello supone.

Todos estos handicaps no son casuales y es que las universidades de élite sólo quieren en sus centros a los hijos de la burguesía configurándose como una especie de centros privados con todas las ventajas que tiene la adscripción pública para las empresas: en caso de mala gestión el Estado asumirá las pérdidas, también cuentan con los fondos del Estado pero gestionados por el Consejo Social a merced de las empresas.

La expulsión de los hijos de la clase obrera de la universidad es un hecho evidente que llega a su máxima expresión a los centros 'de élite'. Lejos de ser una cuestión anecdótica la tónica para los cursos venideros va a ser ahondar en este modelo, implementando universidades 'de élite' (como puede ser el caso también de la Pompeu Fabra) que contarán con una gestión empresarial, permitiéndo sólo la entrada de quién pueda pagar los altos precios o quien tenga un expediente brillante y firme las condiciones y cláusulas que impone una beca privada y deteriorando el resto de centros que se configurarán como universidades de segunda, para la aristocracia obrera y pequeña burguesía (pues la clase obrera será expulsada de éstas también debido a los precios de matricula).


Ana Escauriaza es Subdirectora de Tinta Roja.

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