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Mar23042024

Última actualización09:36:03 AM GMT


Por qué hay que ir más allá de una “Educación pública, gratuita y de calidad”

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Es muy conocida la consigna de una "Educación pública, gratuita y de calidad". En tres reivindicaciones recoge bastante bien cuál es la aspiración de los trabajadores y los sectores populares con respecto a la educación y otros servicios sociales. Pero, cuando se habla entre los universitarios respecto a las tasas, ¿la educación gratuita automáticamente supondría la incorporación real de la clase obrera a la universidad?

Hay otra larga serie de motivos que excluyen a los hijos de los obreros de la universidad. La inquietud por los estudios se cultiva a lo largo de muchos años de acceso a actividades culturales y al conocimiento, para lo cual primero hay que poner muchas más facilidades para aumentar la cultura y el conocimiento; luego no es posible un interés por ello si la existencia a la que se condena es mísera y bruta; y tampoco ayudan todos esos expertos que hablan para si mismos y son imposibles de entender por la inmensa mayoría del pueblo.

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Con el comienzo del nuevo curso y la primera huelga estudiantil transcurrida vuelven los debates sobre qué educación queremos. Parecen unánimes los gritos a favor de una Ecuación Pública Gratuita y de Calidad que muchos sectores ven cómo la solución a todos los problemas del sistema capitalista. Según ellos el mero cambio en el sistema educativo y su gratuidad, instaurará otros valores e ideas y acabará con la codicia e individualismo que imperan hoy en día.

¿Tienen estas opiniones alguna posibilidad de ser reales o son meras ilusiones de sectores que no viven día a día la cara más dura del capitalismo? Los comunistas tenemos claro que en el capitalismo, cuya regla máxima es obtener beneficio por encima de otros, dando igual el daño o sufrimiento que se cause, no cabe ese sistema educativo ideal. Por otro lado la titularidad de la enseñanza en manos del Estado, del sector público, poco ofrece a la clase obrera cuando cada día en el BOE no se resuelven los problemas cotidianos de la mayoría de los trabajadores y se aprueban medidas antiobreras (pensemos en los aumentos de sanciones, cambios en la burocracia que hacen más difícil solicitar ayudas, reformas laborales...).

Bueno, pues por lo menos que sea gratuita -insistirán esos sectores de intelectuales-, así podremos acceder todos al máximo nivel educativo y tendremos capacidad crítica para ver esta situación injusta y cambiarla. Ahora bien: ¿Esa gratuidad supondrá una real incorporación de la clase obrera al mundo universitario? Es innegable que con la total gratuidad de la educación a todos los niveles, más podrán ir a la Universidad, ¿Pero realmente la mayoría de la clase obrera será la que cursará estudios universitarios? Pues no. Igual que el mero cambio de sistema educativo no hará cambiar los valores y comportamientos que están vinculados y son indivisibles del capitalismo, la mera gratuidad de los estudios superiores no hará que la clase obrera acceda en su totalidad a esos estudios.

Esto se debe al poco interés que se ha dado a la mayoría de los trabajadores por su desarrollo cultural e intelectual, junto a las barreras (más o menos evidentes) que pone el capitalismo, evitando así que los obreros tengan la capacidad intelectual de intervenir en la toma de decisiones y se den cuenta de lo prescindible que es la burguesía en sus vidas.

Respecto al primer hecho, muchos estudios sociales muestran el poco porcentaje de la población que dedica parte de su tiempo libre a actividades culturales. Ni un 50% de la población acude al cine o a museos habitualmente, un 32% no lee ningún libro al año y tan sólo un 25% frecuenta bibliotecas. En cambio un 75% de la población realiza deporte habitualmente. Ahora bien estos hábitos, ¿a qué se deben?

La primera explicación intuitiva de este fenómeno es la barrera económica, el elevado coste que tienen las actividades culturales frente al deporte no profesional. Los costes de los museos, el cine, y la adquisición de libros son demasiado elevados para una población cuyo 15% tiene escasez de materiales (es decir suele tener retrasos en pagos de alquiler e hipoteca, no alcanzan a comer dos veces a la semana carne o pescado, no pueden irse de vacaciones, no pueden mantener un coche o un teléfono...). Además los precios más elevados de esas actividades son durante los días festivos, alejando aún más a la clase obrera de usar su tiempo libre en ellas.

Junto a esa barrera económica, está el embrutecimiento de la clase obrera, tal y como les exige el sistema capitalista para sobrevivir. La necesidad de una fuerza física para las tareas en la producción frente a la poca implicación que se les permite en la vida política y dirección de las empresas y fábricas, hace que, por ejemplo y simplificando un poco, vean más útil tener una buena forma física frente a una mayor capacidad intelectual. Se suma la dureza emocional que debe tenerse para resolver problemas en situaciones de estrés y vincular los hábitos culturales con su enemigo de clase, pues mientras el patrón va al teatro, a la ópera, etc., los trabajadores van junto a sus compañeros al bar para compartir experiencias, problemas y darse apoyo mutuo.

A su vez los sociólogos, filósofos, historiadores y otros profesionales de las ciencias sociales se alejan de la clase obrera y complican con mil teorías extravagantes despegadas de la realidad todo lo relacionado con las ciencias sociales, dificultando su aprendizaje y compresión por los trabajadores.

Con esa base social, originada por la apropiación privada de los medios de producción obligando a la mayoría a trabajar para enriquecer a una minoría, ¿supone algo que el acceso a la educación sea completamente gratuito? ¿Va a hacer que los trabajadores quieran cursar estudios superiores, por muy gratuitos que sean? No, lo seguirán viendo como algo ajeno.

Este hecho no hace que los comunistas no luchemos en el día a día junto a nuestros compañeros de clase por una educación gratuita, pero entendemos que sólo la socialización de los medios de producción permitirá cambiar los intereses del sistema educativo y dará una verdadera entrada a la clase obrera a los estudios universitarios, haciendo partícipes a los trabajadores de la vida política y mostrando la necesidad de formarse en un mundo intelectual que no es ajeno a ellos.

La conocida reivindicación de una "Educación pública, gratuita y de calidad" se queda corta si no se pone en qué sistema económico se puede conseguir. Por eso nosotros añadimos: "en el Socialismo".

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