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Mar23042024

Última actualización09:36:03 AM GMT


¡Por fin tengo un contrato!

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Encadenar contratos temporales uno tras otro, cotizar 16 horas al mes y trabajar 40, la figura de los falsos autónomos o los contratos por obra y servicio son algunas de las condiciones con las que miles de jovenes trabajadores afrontan el día a día de su realidad laboral. Pero, al margen de lo evidente ¿Qué consecuencias tiene esta realidad para la clase obrera y por qué el capitalismo fomenta este tipo de contratación?

Levantarte por la mañana, sabiendo que tienes un contrato que no has podido ver, ya que la empresa no está obligada a mostrártelo en muchos casos, y sabiendo que vas a hacer más horas que las que cotizas. O mejor, saber que si no vendes una determinada cantidad de un producto, tu salario a fin de mes bajará. Este pensamiento está en miles y miles de jóvenes que al empezar a trabajar pensaron ¡por fin tengo un contrato! y con la ilusión de intentar iniciar un proyecto vital se encuentran con que, pese a tener un trabajo no salen de la situación de vivir el día a día sin tener un futuro en el que confiar.

Esta realidad afecta mayoritariamente a la juventud, carne de cañón del capitalismo, que bajo la excusa de la falta de experiencia y la necesidad de continuar formándose para el mundo laboral, es exprimida al máximo, realizando "prácticas" y contratos de formación que dan grandes beneficios al empresario y a los 6 meses, vuelven a dejar en la estacada al trabajador joven. Si se quiere ahondar más en esta cuestión recordemos este artículo

Pero, además de la constante inquietud a la que miles de jóvenes nos vemos abocados por culpa de nuestra situación laboral, el cómo estemos hoy, nos afectará gravemente en los próximos años. Cuestiones como el número de horas que coticemos, el salario que venga reflejado en el contrato y el que no venga o el tipo de contrato que tengamos, influyen directamente en cuestiones vitales como la prestación por desempleo, el acceso o no a una pensión, la sanidad, el acceso a una vivienda, etc...

"Cotizarás 16 horas al mes pero si trabajas más te las pagamos" Esta frase, cambiando el número de horas, es más que conocida. El gran problema que tiene es el de la cotización. Sin entrar en análisis técnicos, podemos decir que basicamente cotizar nos sirve para tener derecho a la prestacion por desempleo y a recibir una determinada paga de jubilación. La ecuación es fácil, a mayor cantidad de horas cotizadas por un mayor salario, mayor será el paro y la jubilación a la que tendremos derecho. La conclusión es bien sencilla; con esta realidad que vive la juventud trabajadora, con contratos temporales por hora, con salarios de miseria, el futuro que nos espera, tanto en prestación por desempleo como en materia de pensiones, es inexistente. Pero tranquilos, que si nos vamos al paro podremos realizar cursos obligatorios para desempleados y existen los planes de pensiones privados.

Además, la cotización en la Seguridad Social, gracias a las diferentes reformas en materia de sanidad, se ha convertido en obligatoria para poder acceder a la atención sanitaria. Es necesario tener una serie de meses cotizados para pdoer recibir la atención sanitaria que hasta hace unos años era gratuita y universal. Pero igual que antes, debemos estar tranquilos, ya que el capitalismo tiene la solución en los seguros médicos privados.

A lo anterior tenemos que hablar también de la imposibilidad de alquilar una vivienda, ya que te piden nóminas de un año de duración, por tanto de comprar ni hablamos. Esto hace que emanciparse sea cada día más complicado. En el caso de encontrar un alquiler, nuestra situación nos obligará a vivir al día, a no planear nada por si el contrato se acaba o por si ese mes cobramos menos. En definitiva, porque no sabemos qué nos deparará el futuro.

Lo que sí es conocido es que al capitalismo le interesa una mano de obra barata, dócil y que acepte cualquier condición laboral y, con la realidad anteriormente citada, es lo que está consiguiendo. Frente a esto, la juventud por su situación concreta, y el conjunto de la clase trabajadora, tenemos dos opciones; o agachar la cabeza bajo la excusa de "si me quejo me echan y cogen al siguiente" o tratar de organizarnos para reclamar lo que es nuestro. La patronal nos quiere callados, y nos amenaza con echarnos a la calle a la minima protesta. Ante esto, la juventud trabajadora, que nada tiene que perder, debe hacer ver que no se arrodilla ni se doblega por 4 perras mal pagadas.

La juventud debe ser consciente de que sólo luchando se conseguirá cambiar la situación laboral de miles de jóvenes que, bajo la ilusión de su primer contrato, se encuentran sumidos en una espiral de precariedad e inseguridad que bajo el capitalismo no tiene fin.

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