En este artículo se pretende poner sobre la mesa la actual situación de la juventud en el marco de la actual situación de crisis, así como las propuestas que el PCPE y los CJC proponemos para no solo paliar la situación, no solo optar a cambios, sino para organizar las condiciones necesarias para que el pueblo trabajador rompa con las cadenas de la explotación capitalista.
No es necesario cargar esta exposición con un batiburrillo de datos, estadísticas y cifras acerca de la situación laboral de la juventud, pues el lector que dedicará una parte de su tiempo en leer este humilde artículo vive y conoce de primera mano el tortuoso camino que tiene que atravesar un joven a lo largo de su vida para tirar hacia delante y desarrollarse como persona en un incierto futuro. Este joven sabe lo difícil y estresante que es salir del cascarón del núcleo familiar, dejar de ser estudiante y comenzar a depender de su trabajo para subsistir dentro del mercado laboral. Un mercado en el que las empresas se frotan las manos a la hora de comprar la mercancía que les hace de oro, que no es otra que nuestra fuerza de trabajo. En el mercado laboral, debido a las altas tasas de paro y a las sucesivas y cada vez más sangrantes reformas laborales; que permiten un despido más fácil y gratuito para el empresario, el trabajador se encuentra con que su trabajo vale menos y se ve obligado a venderse a la baja para vivir.
Esta situación incide de forma determinante dentro de los propios centros de trabajo, acentuando la confrontación de intereses entre el trabajador y la empresa. Pues la relación que une a estos (trabajador y empresario), lejos de ser neutral, conlleva una lucha de intereses descarnada, que no es otra que la de sobrevivir. Y es aquí, en el modo de subsistir, donde se da la contradicción radical entre ambos sujetos, o clases sociales si lo extrapolamos a toda la sociedad. El trabajador solo tiene un medio de subsistencia: su fuerza de trabajo, la cual como hemos visto anteriormente tiende a valer cada vez menos, y con unos derechos cada vez más irrisorios, independientemente de las alternancias en los gobiernos de turno (pues todos representan los intereses de empresarios y banqueros: la burguesía, como clase social dominante). Por el contrario, el empresario no solo subsiste, sino que se enriquece mediante el beneficio producido por el trabajo ajeno, ya que tiene la posesión de los medios necesarios para el desarrollo del oficio. Esta posesión es un derecho vetado para los trabajadores, que como hemos mencionado: su trabajo es remunerado con una cantidad de dinero tal que le permita subsistir día tras día de trabajo, con algunas pequeñas migajas para el consumo que haga sentir al trabajador un oasis de libertad en medio de un desierto de explotación.
En este panorama de lucha de clases, cabe preguntarse de qué medios puede valerse el trabajador para defenderse, cambiar las cosas y romper con las cadenas de un sistema que le explota. La herramienta más inmediata para la defensa del trabajador frente a los ataques del empresario en su centro de trabajo es el sindicato, pues es la estructura de lucha y organización de los trabajadores. Como herramienta propia, debe representar sin medias tintas los intereses propios de la clase explotada y aglutinar al mayor número posible de trabajadores honrados y capaces, desterrando la vergonzosa imagen del vago sindicalista, amigo del patrón.
Aunque a día de hoy, debido a la degeneración y corrupción de las cúpulas sindicales en el Estado español, encontramos más de un centenar de sindicatos convertidos en organizaciones burocráticas de "atención en ventanilla", o en organizaciones copadas por elementos políticamente sectarios, la imagen de los sindicatos y de los sindicalistas ha sido deslegitimada gravemente y no con falta de razón.
Sin embargo, es deber del pueblo trabajador recuperar de las manos de los parásitos las armas de lucha que les han sido arrebatadas año tras año, difundir y concienciar a los compañeros de la necesidad de organizarse para dejar de ser espectadores de una derrota anunciada. Retomar la asamblea de trabajadores como órgano democrático de decisión para el conjunto de trabajadores sean del sindicato que sean, estén o no afiliados, superando así la dispersión de los trabajadores y la división sindical de forma transversal, obligando a las cúpulas y a la aristocracia sindical a ceder en sus intereses individuales en pos de los intereses del conjunto de los trabajadores que representa la asamblea. Para no oír más la palabra "cambio" en labios de figurantes en los medios de comunicación, sino para ser sujetos del cambio radical, sujetos de una revolución.
Es por ello por lo que el Partido Comunista (PCPE), como partido de la clase obrera, y su Juventud (CJC), apostamos de forma unitaria (pues al no existir diferencia en las condiciones de lucha entre jóvenes y adultos, no deben existir organizaciones paralelas) por la organización de los trabajadores en sindicatos y tenemos como propuesta estratégica la creación de los Comités para la Unidad Obrera (CUO) como estructura transversal de los sindicatos, representando el sentido democrático de la asamblea de trabajadores, donde cualquiera de ellos pueda participar en igualdad de condiciones que su compañero, independientemente de sus siglas sindicales, e incluso si no está afiliado a ningún sindicato.
Así, partiendo de la inmediatez de la lucha de los trabajadores en su propio centro de trabajo, y unificando las luchas entre los trabajadores de los distintos sindicatos, de los distintos centros de trabajo, se educa y unifica a la clase obrera en su lucha contra el sistema que le explota y condena a la miseria.
La reconstrucción del movimiento obrero, tarea imprescindible para la organización revolucionaria.
Antonio Sánchez es miembro de la Comisión de Movimiento Obrero de los CJC
