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Por qué el 15-M supuso un retroceso en el movimiento obrero

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Los partidos políticos que se autoproclaman del "cambio" (Podemos, Izquierda Unida – Unidad Popular) continuamente hablan del movimiento 15M como principal ejemplo de movilización social en las últimas décadas. El uso es tan frecuente que se ha terminado por idealizar a este movimiento y en muchas ocasiones es utilizado para ganar votantes sin partir de un análisis científico acerca de lo que supuso para el conjunto de la movilización popular.

Yo no puedo hablar a ciencia cierta de cómo ocurrió en toda España. Mi valoración se basa en el ejemplo de Zaragoza, pues es allí donde lo viví. De todas maneras considero que siendo buen conocedor de sus dinámicas y después de ver los resultados en otras ciudades, muchas de las conclusiones se pueden extender a otras ciudades y pueblos.

En Zaragoza el 15-M no supuso en absoluto un avance para el conjunto de la movilización popular. Los avances del movimiento por la educación pública (Marea Verde), la sanidad pública (Marea Blanca), contra los desahucios (con Stop Desahucios o la Plataforma de Afectados por las Hipotecas) o en pro de los derechos civiles no compensan con el retroceso general que se produjo sobre todo en el movimiento obrero y sindical, el cual durante los años previos se había desarrollado en la ciudad y que con el 15-M sufrió un parón en seco.

El baluarte del avance del movimiento obrero había sido una plataforma de unidad sindical denominada "Que la crisis la paguen los ricos", que a pesar de estar en tensión continua por las posiciones diferentes entre sus miembros, había conseguido unir a los sindicatos CGT, OSTA, Intersindical de Aragón, CNT y SOA con un fundamento principal: la oposición a las políticas de pacto con la patronal que estaba siendo llevadas a cabo por las direcciones de las dos principales centrales sindicales, CCOO y UGT. Debido a estas mismas políticas, la afiliación a los sindicatos de la plataforma había aumentado y en la Huelga General del 29 de septiembre de 2010 (29S) juntos consiguieron sacar a la calle a más de 15.000 personas. Es decir, su fuerza empezaba a tener importancia dentro del movimiento obrero zaragozano.

El principal motor del crecimiento del movimiento obrero había sido la huelga general del 29S. Las dos huelgas que hubo un año después del 15M, el 29 de marzo y el 14 de noviembre de 2012, también supusieron un crecimiento para el movimiento obrero, pero por parte de algunos sectores se intentó transformar en huelgas ciudadanas (no solo obreras) o de consumo, lo cual evidenciaba la influencia interclasista. A pesar de que el éxito pudo ser relativo, se evidenció que un sector importante de la clase trabajadora quería defender los derechos conquistados sin ceder a la mínima de cambio en las negociaciones con la patronal.

El 15-M fue el jarro de agua fría que ahogó los avances del sindicalismo. Prácticamente de la noche a la mañana se perdió la perspectiva de clase para huir hacia perspectivas interclasistas. Se abandonó la concepción de la clase obrera como sujeto fundamental del cambio social para sustituirlo por otros más heterodoxos, propios del oportunismo posmoderno, como la "sociedad civil" o la "ciudadanía". Y lo más grave es que muchos de los sindicalistas y los afiliados a los sindicatos de la plataforma "Que la crisis la paguen los ricos" fueron partícipes de la renuncia, implicándose a fondo en el 15-M y dejando la lucha sindical apartada a un segundo plano.

Sin duda esto ocurrió porque la alternativa surgida a través de la plataforma "Que la crisis la paguen los ricos" tampoco era la línea adecuada para la superación de los problemas del sindicalismo. Una vez más se observó una de las deficiencias del conocido como "sindicalismo alternativo": tienden a rechazar la unidad con los trabajadores de otros sindicatos, sin entender que aunque sus direcciones puedan estar vendidas, también son trabajadores interesados en luchar. Por otro lado también sucede que se trata de sindicatos cuya mayoría de afiliados tienen una ideología (normalmente anarquista pero también reformista) que no entiende a la clase obrera como principal sujeto revolucionario.

Así, en un movimiento tan confuso como el 15-M, rápidamente las reivindicaciones de sectores populares no estrictamente obreros o más acomodados (la aristocracia obrera) tomaron la delantera. La propia organización del movimiento con asambleas que se alargaban hasta altas horas de la noche, la toma de decisiones basada en el consenso que impedía que las posiciones más clasistas salieran adelante ya que siempre había elementos con una ideología más reformista o el propio hecho de que fuera un evento publicitado por los medios de comunicación, ya dificultaba hasta el extremo la participación y hegemonización de sectores de la clase obrera. En cambio esto generaba las condiciones ideales para que lo dirigieran miembros o potencialmente miembros de las "clases medias", sobre todo estudiantes universitarios que sí podían seguir dichas dinámicas de funcionamiento.

El 15-M fue la derrota del movimiento sindical organizado en torno a la plataforma "Que la crisis la paguen los ricos" y esto trascendió más allá del sindicalismo alternativo ya que la deriva también influyó enormemente en las direcciones de los grandes sindicatos. Estos, en un afán de recuperar el contacto con el sentir popular, también terminaron por perder la parte clasista que aún quedaba en su discurso.

Una de las primeras consecuencias fue la enfatización en conflictos de sectores concretos de trabajadores, sin relacionarlo con el resto de sectores y las problemáticas comunes a toda la clase: el corporativismo.

Por ejemplo, se produjo una expansión de la Marea Verde, específica del sector educativo, que convocó movilizaciones muy importantes en defensa de la educación pública, sobre todo tras el anuncio del gobierno del Partido Popular de una nueva ley educativa (la LOMCE). En este caso se puede decir que tuvo más efectos positivos que negativos ya que consiguió aunar las reivindicaciones del profesorado (débilmente organizado) con el movimiento estudiantil. No obstante, la renuncia a la unidad con otros trabajadores y la hegemonía del oportunismo en el movimiento terminó por debilitar la capacidad de moviliación y, sobre todo, impidió la creación de estructuras en perspectiva clasista.

Otro ejemplo podría ser Marea Blanca con el personal sanitario, con un desarrollo mucho menor.

Llegados a este punto cabe empezar a dudar si realmente el 15-M en Zaragoza supuso un avance para el conjunto del movimiento popular o más bien fue un retroceso. No vamos a negar que para ciertos movimientos como la Marea Verde, la Marea Blanca o el anti-desahucios supuso un avance en la capacidad de movilización. ¿Pero fue así para el movimiento obrero y sindical? ¿Fue así para el conjunto de movimiento popular?

Desde luego que no. El 15-M en Zaragoza provocó la disolución de la plataforma "Que la crisis la paguen los ricos", situó la confrontación política en términos interclasistas y separó ciertos sectores de trabajadores de la lucha general unitaria en la que se habían dado avances.

Cinco años después echar la vista atrás solo sirve para hacer una valoración de lo que supuso.

La única posibilidad de confrontación con el 15-M hubiera pasado por la existencia de un Partido Comunista fuerte, que impidiera el abandono de la perspectiva de clase y organizara una forma organizativa superadora de la fragmentación sindical. Pero la capacidad de intervención del PCPE y los CJC de Zaragoza en aquel momento era muy reducida y para nada podía influir en el curso de los acontecimientos.

De una manera u otra nos sirvió para entender cómo se ha estructurado el nuevo oportunismo y combatir estas dinámicas a la mínima que aparezcan. Y precisamente por ello, rechazar de plano la idealización del 15M que se da hoy en día. A la vista de los hechos, el avance de las posiciones de la clase obrera a través del 15-M fue tan parcial que podríamos calificarla como nula.

¿O es que acaso para Podemos o IU-UP son más importantes el resto de movimientos que el obrero y sindical? Desde luego que si entienden el 15-M como un avance, sí. Y también entienden que las formas organizativas del 15-M, completamente alejadas de las dinámicas de vida de la clase obrera, son las adecuadas; por tanto, renuncian en sí a la participación de la clase obrera en la lucha social.

Para terminar, entonces, ¿qué alternativa hay al 15-M y cómo se construye un movimiento popular hegemonizado por la clase obrera?

Desde luego, lo primero pasa por situar a la clase obrera como el principal sujeto revolucionario, entendiendo su papel clave en la sociedad capitalista como productora de mercancías en contraposición a la clase capitalista que se apropia de su trabajo. Y en base a eso entender que solo mediante la articulación de un movimiento obrero y sindical serán posibles cambios en otros ámbitos sociales, y que sin duda son muy justas otras luchas populares pero sin que haya una organización obrera tarde o temprano termina integrándose dentro de lo admisible por el sistema.

Entonces llegamos a la tan debatida cuestión de cómo hacer avanzar el movimiento obrero y sindical hoy, el cual se encuentra en una situación de depresión generalizada.

Para los comunistas el avance pasa por la unidad de las luchas, independientemente del sector y del sindicato que las promueve, generando comités de unidad obrera que promuevan esta idea e incorporando a trabajadores combativos en grupos promotores de estos hasta que se extiendan a los centros de trabajo.

Los Comités de Unidad Obrera son la propuesta central dentro de la estrategia del PCPE de construir un Frente Obrero y Popular, y así los CJC lo reivindicamos en nuestro IX Congreso que se celebrará el 12 y 13 de marzo en Madrid.

La juventud obrera debe huir de las proclamas que se dirigen a todas las clases y defender de una vez por todas sus intereses como clase propia, organizándose de manera independiente en CUOs. Más pronto que tarde los partidos del "cambio" como Podemos o IU-UP se verá cómo traicionan a los jóvenes trabajadores, pues aunque su discurso pueda ser muy "revolucionario" y prometer medidas contra la explotación laboral, sin salir del capitalismo no se pueden llevar a cabo ni un cuarto de lo que dicen.

Por eso los CJC decimos alto y claro que la prioridad es reconstruir el movimiento obrero y confrontar con otros partidos o proyectos como el 15-M, Podemos o IU-UP que confundan los objetivos.



Adrián J. Bertol es miembro del Buró Político de los CJC

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