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Qué república necesitamos y qué organización es necesaria para construirla

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En los dos artículos anteriores hacíamos referencia, por un lado al peligro de la idealización de la República; y por otro, al de la abstracción de la política de alianzas por encima de la lucha de clases. Pero ambos artículos quedarían "cojos" si no aportásemos una visón superadora de ambas críticas que nos permitiese plantearlas resueltamente ante nuestra clase.

Apuntábamos ya algunos ejes cardinales de nuestro análisis, como el pleno desarrollo del capitalismo en el Estado español del siglo XXI, o la consecuente integración de todas las facciones de la burguesía en el bloque oligárquico burgués. Profundizaremos ahora en estas cuestiones mediante unas cuantas pinceladas que nos permitan comprender mejor la esencia de todo el problema: en las manos de qué clase reside el poder.

En primer lugar, ¿qué república necesitamos? Es evidente que a día de hoy el principal problema de nuestra sociedad es que apropiación del fruto de nuestro trabajo por una parte de grandes empresarios (la burguesía), y que su afán de acumulación es el que nos condena a jornadas laborales extenuantes o al paro crónico. Esto es sabido por todo el mundo. Pero lo que cuesta más trabajo reconocer (cuando nos pesan más los prejuicios que nos han inculcado), y que burgueses y oportunistas se afanan en ocultar, es que para que un sistema social satisfaga efectivamente las necesidades del conjunto de su población, es una condición indispensable la expropiación y socialización de todos los medios de producción que están en manos de estos oligarcas. Sin ello, todo lo que podamos conseguir se torna en una concesión fácilmente revocable (como empecinadamente nos muestra el día a día).

La República que conquistemos los trabajadores y trabajadoras habrá de tener ésta como primera tarea inexcusable. Sólo así podrán solucionarse los problemas que afectan al proletariado: poniendo en sus manos los medios de producción y, con ellos, la dirección del conjunto de la sociedad. Sólo de esta manera se podrá hacer un reparto efectivo del trabajo y la riqueza, de modo que cada cual trabaje en función de sus capacidades y reciba de la sociedad en relación a sus necesidades. Se terminarán contradicciones como que unas personas trabajen 12 horas diarias por un salario de miseria y otras no encuentren trabajo. Y con las capacidades productivas que se han desarrollado a día de hoy bastaría con que trabajásemos unas pocas horas diarias para cubrir todas nuestras necesidades. De esta forma nos restarían amplias horas del día para dedicar al ocio, la cultura, y en definitiva a participar de la dirección de la sociedad.

Es, por tanto, necesario que la clase obrera conquistemos una República que no se limite a la nacionalización de tal o cual empresa, a la promulgación de tal o cual ley, sino que destruya desde su base el podrido sistema capitalista y construya sobre sus ruinas una nueva sociedad. Que ponga directamente el poder en manos de la clase trabajadora, sentando las bases para la extinción del Estado y de las propias clases sociales.

Sólo una República de estas características podría garantizarnos una sanidad y una educación gratuitas y de calidad, pues éstas no estarían subordinadas a la acumulación de capital, sino al desarrollo humano. Solamente esta República podría garantizar un aborto libre y gratuito, pues la reproducción no estaría subordinada a la obtención de mano de obra para el patrón. Únicamente una República así podría garantizar el derecho de autodeterminación a las naciones oprimidas, pues la unión no sería impuesta por dictamen del mercado.

Decíamos en un artículo anterior que es la clase trabajadora la única capaz de emprender una lucha resuelta contra el bloque burgués que revista en una transformación radical de la sociedad en beneficio de la clase y el conjunto de capas populares: el socialismo-comunismo. Pero, ¿de qué tipo de organización debe dotarse la clase obrera para alcanzar sus objetivos? ¿Siguen siendo a día de hoy el Partido Comunista herramienta indispensable para las conquistas del proletariado? La respuesta sólo puede ser afirmativa. Avances y conquistas parciales, y las principales revoluciones modernas, se consiguieron gracias a la lucha resuelta de obreros y obreras con conciencia de clase revolucionaria y organizada en fuertes Partidos de Clase. Tras su pérdida del carácter de clase (muchas veces diluida en "frentes"), no han venido más que derrotas, hasta el punto de que la jornada laboral de ocho horas es a veces un mero recuerdo.

Pero, además de agrupar a los elementos más conscientes de esta clase en un Partido de vanguardia, que le sirva de "Estado Mayor", el proletariado necesita atraerse hacia sí a otras capas del pueblo, que actúen como "reservas directas" en la lucha por el poder. La pequeña burguesía en vías de proletarización, los llamados "sectores profesionales"... todos ellos son potencialmente aliados del proletariado en su lucha contra el capitalismo. Es por tanto la piedra angular de la política de alianzas actual del proletariado el ganarse la hegemonía de estas capas, dirigirse a ellas y ensamblarlas en un Frente Obrero y Popular por el Socialismo. Construido mediante la unidad desde la base y en torno a la lucha de masas (a pie de centro de trabajo, de estudios, de barrio...), el Frente que necesita la clase obrera ha de integrar las distintas expresiones organizativas de los sectores sociales en pugna con la burguesía (algunas de ellas ya existentes y otras que se habrán de crear en función de las necesidades). Pero sólo mediante la dirección consciente del proletariado, derrotando las posiciones reformistas, esta alianza podrá actuar decididamente en la superación del caduco sistema capitalista.

Sólo interviniendo desde esta perspectiva en cada una de las luchas parciales en las que intervengamos las y los comunistas, fundiendo las aspiraciones espontáneas de las masas con la revolución, haremos justicia histórica a las aspiraciones que en su día el Frente Popular suscitó a la clase obrera consciente.

"Nuestra diferencia con los reformistas estriba, justamente, en esto; en que mientras nosotros utilizamos las reivindicaciones parciales para hacer marchar a las masas por el camino de la revolución, ellos pretenden utilizarlas para desviarlas de este camino" [1].

 

Bibliografía:

[1] DÍAZ, J. (1936). ¿Qué es el Frente Popular?

 


Sergio Pena es miembro del Comité Central de los Colectivos de Jóvenes Comunistas (CJC).

 

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