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Vie29032024

Última actualización09:36:03 AM GMT


Por qué los jóvenes nos vemos obligados a emigrar

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¿Qué tendrá el fenómeno migratorio que siempre nos trae un quebradero de cabeza? En los años de expansión económica del ciclo de acumulación capitalista, porque vienen inmigrantes a España y en los años de crisis porque cientos de miles de jóvenes de España salen al extranjero en busca de trabajo.

En el primer caso, con España bombeando capital a espuertas, extrayendo jugosos beneficios a través de los monopolios "patrios", saqueando América Latina principalmente, observamos cómo inmensas capas de población de estos países son despojadas de los medios básicos de vida y se ven obligadas a emigrar hacia países del centro imperialista como el nuestro. Lejos de ser un problema, los monopolios celebran este flujo migratorio porque permite mantener un ejército industrial de reserva, que sirva como parapeto contra las mejoras en las condiciones laborales y que además, como propina, permite dividir a la clase obrera en función de su origen nacional, visibilizando al trabajador extranjero como enemigo y no al bloque oligárquico-burgués.

En el segundo caso, el mercado laboral es incapaz de absorber la fuerza de trabajo existente y la destrucción de fuerzas productivas condena al paro a millones de trabajadores, presionando inmediatamente a la baja los salarios y condiciones laborales a la baja. Ante esta situación, la salida formativa es una opción que no parece ofrecer resultados alentadores, por lo que no es tenida en cuenta a veces y, en otras, el encarecimiento de la formación cierra las puertas de esta posibilidad a la clase obrera y los sectores populares. Es por ello que la emigración aparece como una alternativa cuando menos probable, viéndose constantemente inoculada en el imaginario colectivo a través de los grandes medios de comunicación, vendiendo el Dorado más allá de nuestras fronteras (lo mismo que se hace en los países emisores de emigrantes hacia España y de lo que tanto nos lastimábamos aquí por lo engañados que venían). Es muy curioso atender a la manipulación informativa, cuando los españoles emigrados son luchadores por un futuro mejor, mientras que los inmigrantes en España son una amenaza para la clase obrera del Estado y hay que poner coto a tal fenómeno.

Las condiciones que los jóvenes emigrados encuentran no son ni mucho menos las halagüeñas promesas que se nos han inoculado. Como norma, los emigrantes nos vemos abocados a desempeñar trabajos por debajo de nuestra cualificación profesional, con las barreras idiomáticas y socioculturales propias, en peores condiciones que la clase obrera nacional y con el rechazo de esta en no pocas ocasiones, rechazo estimulado (como aquí en España) por los grandes medios de comunicación a favor de los intereses de los monopolios.

Observamos además un fenómeno relativamente nuevo en la UE de la democracia, el estado del bienestar y los derechos humanos y es el relativo a la circulación de personas. Este tan cacareado derecho, se demuestra día a día como papel mojado, siendo únicamente conservada la contraparte de libertad de circulación de capitales. Ya la entrada en la UE de Rumanía y Bulgaria se hizo sin su inclusión en el Tratado Schengen, pero poco a poco hemos visto como Dinamarca o Bélgica han procedido a acotar este pilar de la construcción europea.

Esta aparente paradoja solo encuentra solución lógica en la base económica del capitalismo, en su fase imperialista, en la ley del desarrollo desigual de los países y en el concepto de ejército industrial de reserva. La clase obrera y las capas populares lo tenemos que tener meridianamente claro, ninguna división por nacionalidad debe hacer mella entre nuestra clase, seamos emigrantes o vivamos en un país que reciba inmigrantes, una sola clase obrera unidad contra un solo enemigo, el imperialismo.

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