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Última actualización09:36:03 AM GMT


Las "performance" y otras imaginativas formas de renunciar a lo revolucionario

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¿Las formas tradicionales de agitación y propaganda han quedado obsoletas o quienes defienden esta postura están equivocados? No es raro escuchar de la boca de un oportunista que hace falta difundir nuestras posiciones de una manera más "moderna", más "llamativa". ¿Pero qué hay detrás de esta idea? Al final el oportunismo pretende dar más importancia a la "forma", al "movimiento", que al hecho en sí que pretendemos transmitir a la juventud.

Los comunistas utilizamos como una de nuestras principales labores de intervención política la agitación y la propaganda a través de muy diversas e imaginativas formas, que permitan desarrollar la conciencia política en todos sus aspectos, denunciar todas las formas de opresión del sistema capitalista para permitir crear esa conciencia amplia y global de todos los jóvenes de extracción obrera y popular que lleve a que se desprenda la necesidad de la lucha por el socialismo. Ahí es donde radica esencialmente la línea de diferenciación de las posturas revolucionarias con la de los reformistas, la cuestión de la forma y del contenido agitativo.

Ha sido siempre uno de los rasgos más definitorios del oportunismo situar la agitación por encima de la ideología. Hoy en día tenemos multitud de casos que ejemplifican una vez más esta realidad. Uno de los últimos y más ejemplificadotes fue el famoso Harlem Shake patrocinado por la UJCE, donde inmediatamente en los métodos de llegar a las masas la forma se convierte en el todo y el contenido se reduce a la nada. Estos métodos manifiestan en primer lugar un entendimiento erróneo de las formas comunistas de llegar a los jóvenes, donde a parte del mencionado acto de dejar la elevación política reducida a una mera opción secundaria y no a la centralidad de toda agitación; nos encontramos con la errónea concepción de los estudiantes y de los trabajadores como elementos incapaces de comprender en toda su profundidad la agitación plenamente política. Frente al evidente problema de que la mayoría de los estudiantes y jóvenes trabajadores y trabajadoras están organizados por el propio sistema capitalista para rechazar la propaganda comunista, los oportunistas tratan de solucionar el problema por arriba dada su intrínseca desconfianza en las masas, tratan de reducir a la nada el componente ideológico para acercarse a las mismas, algo muy alejado de la labor comunista que ante esta evidente organización para el rechazo de nuestro mensaje ponemos por delante la explicación de la necesidad de nuestras proclamas y líneas políticas.

Además del ejemplo antes mencionado encontramos otros como los de la organización estudiantil Juventud sin Futuro a través de distintas representaciones teatrales, donde el elemento fundamental de la crítica queda camuflado por la parafernalia dramática. Las supuestas razones de la utilidad de estos métodos se basan en el carácter "aglutinador de los mismos", lo cual no es si no otro de los rasgos esenciales del oportunismo de derechas desde su padre fundador Eduard Bernestein, donde el movimiento lo es todo y los fines no son nada. De nada sirve aglutinar a gran número de estudiantes o jóvenes trabajadores si esta organización no tiene unos fines últimos, si su organización no se fija en el marco de superar el orden social existente, acabar con el sistema capitalista y conocer todas las contradicciones del propio modelo estructural. En muchas ocasiones incluso estas performance se convierten en la acción misma (véase en huelgas estudiantiles, donde en vez de la lucha física se anteponen estas performance) dejando de lado el lugar donde realmente se comprende la opresión política, la propia experiencia de lucha a través de la interacción y labor de los comunistas.

En un momento donde se eleva enormemente la lucha de masas, donde se agravan las condiciones de explotación y represión, nuestro queridos oportunistas proponen disfrazarse frente a las oficinas de empleo, darle la mayor importancia posible al carácter floklórico en vez de hacer propaganda revolucionaria, dejando de esta forma la labor política muy por detrás de los propios métodos de lucha espontánea de los estudiantes y trabajadores.

Ante esto nos acusan a los comunistas de no comprender que "están agotados los métodos tradicionales de agitación", de no comprender la amplitud de las formas agitativas. Pero esto, una vez más, no es cierto. Los CJC tratamos de innovar y encontrar cada vez nuevas formas de agitación que lleguen a las masas pero sin reducir en ningún caso la labor de denuncia, ni reducirla simplemente a la exigencias extremadamente concretas (que suelen ser un carácter fundamental de estas performance) y ni muchísimo menos reducirlas a la nada a través de bailes y acciones teatrales sin ningún contenido político. Ejemplo de ello son video agitativos como los de los camaradas de Euskal Herria, donde a través de nuevas formas no se reduce el calado político sino que se agrava. Esto muestra que nosotros no estamos en contra de las performance "per se", pero si cuando estas dejan de lado el componente político, se quedan muy por detrás de las exigencias actuales de las masas y sustituyen la lucha política.

Los CJC sabemos que porque son sus propios intereses los que promulgamos, los estudiantes y trabajadores son plenamente capaces de atender y profundizar en nuestro mensaje. Los CJC no buscamos agitar por agitar, llamar la atención por el mero hecho de que las masas giren su cabeza a nuestras acciones, sino utilizar los métodos más innovadores y oportunos posibles para permitir el continuo aumento de la conciencia política hacia la lucha contra el cuadro general del capitalismo y la superación del mismo.


Javi M. Rodríguez es miembro del Comité de Redacción de Tinta Roja.

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