Desde el 30 de abril, en Cataluña está prohibido el uso de pelotas de goma por parte de los Mosso d'Esquadra. En su sustitución, se utilizarán pelotas de foam, altavoces de sonido y cañones de agua. ¿Acaso existe una gran diferencia? La represión es natural al Estado capitalista y esta noticia no soluciona las bases del problema.
En los últimos días hemos podido ver en numerosos periódicos y portales digitales una noticia que, aparentemente, puede parecernos esperanzadora y positiva: Cataluña ha prohibido desde el 30 de abril la utilización de las pelotas de goma por parte de los Mossos. Este tipo de arma, como ya analizamos desde Tinta Roja, se trata de un instrumento represivo sumamente peligroso y criminal que ha traído tras de sí un reguero de muertes y heridas graves, especialmente mutilaciones de ojos y pérdidas de visión (el caso más reciente es el de Iñaqui).
Pero, como decimos, la noticia tiene trampa y las celebraciones aun deben esperar. Los CJC siempre nos opondremos a la utilización de las pelotas de goma y lucharemos por su prohibición, pero no lo haremos sin relacionarla con la represión en general, ni para que sean sustituidas por otros medios represivos igual o incluso más dañinos. Y es que, en este caso en particular, nos encontramos con la contrapartida que nos hace poner los pies en la tierra y nos demuestra el claro carácter clasista que tiene el Estado, que no renunciará ni un palmo sin lucha constante y organizada: a la par que se anuncia la prohibición, salen las noticias del incremento de armas como los llamados proyectiles de precisión, que ya venían utilizando los Mossos y cuyo origen viene de las fuerzas policiales francesas, para sofocar las revueltas populares.
Son las pelotas de foam, disparadas desde un subfusil lanzagranadas, el GL-06, con una alta precisión y que puede llegar a alcanzar los 20 proyectiles por minuto. Los impactos de estas pelotas, del tamaño de una pelota de golf que alcanzan casi los 300 km/h, provocan inhibición muscular que paraliza casi de manera inmediata. Pese a que su precisión es mayor que la de una pelota de goma, nadie duda de que las unidades antidisturbios las usarán de manera aleatoria e indistintamente en cualquier parte del cuerpo y a cualquier distancia.
De hecho, en Francia los datos así lo demuestran. En menos de 10 años de uso en Francia al menos una persona habría fallecido por recibir un impacto y otras tantas habrían sufrido mutilaciones de ojos.
No son solo estos nuevos proyectiles. Los Mossos ya cuentan con un cañón de agua a la espera de ser utilizado así como otros novedosos medios, como el uso de altavoces de sonido para dispersar multitudes.
Todo apunta a que la represión se acrecentará contra el movimiento obrero y popular. Y si realmente se quiere dar respuesta a su represión, el pueblo no tiene que escuchar sus cantos de sirena, tiene que organizarse. Seguiremos informando y combatiendo.
Víctor Moreno es Subdirector de Tinta Roja.