Hay ocasiones en que la democracia burguesa descubre todas sus cartas y en que la tan cacareada libertad de expresión se muestra desnuda a los ojos de los impávidos lectores. La muerte de Adolfo Suárez es un ejemplo paradigmático.
Ya desde días antes del óbito del antiguo Ministro Secretario General del Movimiento, los medios de "comunicación" se habían volcado con la anunciada noticia de su muerte, con una mezcla de adulación, encomio, olvido interesado y muchas dosis de espectáculo carroñero. En realidad nada nuevo, la verdad.
















