La crisis capitalista provoca un desbarajuste tal que todas las fuerzas sociales se ponen en tensión. La oligarquía ya no puede gobernar como antes; a través del Estado reorganiza la economía para recomponer la tasa de ganancia y fortalece las instituciones represivas ante la amenaza de rebelión por parte de las clases y capas subordinadas.
La pequeña burguesía, por su parte, en un intento desesperado de recuperar la posición que tenían antes y no quedar proletarizada, abraza en masa las posiciones del reformismo. A su lado aparece la aristocracia obrera, lugarteniente de la burguesía en el movimiento obrero, aliada inevitable para el apuntalamiento del capitalismo en ruinas.
En el parlamento, representadas por los diversos partidos, unas y otras capas burguesas y pequeñoburguesas se lanzan los trastos a la cabeza: se culpan del origen de la crisis, de las medidas tomadas durante los últimos años, de la falta de propuestas para salir del panorama actual...