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Jue25042024

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Capitalismo y el pesimismo de la juventud trabajadora

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La juventud es cada vez más pesimista sobre su futuro. Una encuesta recientemente realizada por Ipsos y publicada por la Cambridge University Press viene a corroborar esta verificada creencia. La precariedad y la inestabilidad laboral empujan a los jóvenes a buscarse la vida en trabajos de miseria o a emigrar, marchándose de su país natal. Las estadísticas reflejan el creciente descontento asociado a esta situación.

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Decía Ernesto "Che Guevara", el histórico guerrillero comunista, que "la juventud es la arcilla de la Revolución". Al decir eso, quería remarcar la importancia del empuje de la juventud, de su vitalidad y de sus expectativas de vida, en el desarrollo de la sociedad.

Pero, en nuestra moderna sociedad capitalista, caracterizada por el empobrecimiento sistemático de la clase obrera, también de la que es joven, y por las constantes crisis económicas que engendra el sistema, parece que a los jóvenes se les presenta un futuro crecientemente sombrío. Esa innegable realidad tiene su lógico reflejo en la mentalidad de la juventud.

En efecto, los chicos y las chicas con una edad comprendida entre los dieciseis y los treinta años son cada vez más pesimistas sobre su futuro. Su empuje, sus ganas de vivir chocan con los obstáculos que en el camino les pone el capitalismo.

Numerosas encuestas corroboran este fenómeno. Recientemente, una más vino a sumarse a la larga lista. Se trata de la que elaboró Ipsos por encargo de la Cambridge University Press. La conclusión del director de comunicación de la Cambridge University Press es rotunda: [los jóvenes] "son pesimistas con casi todo lo que tiene que ver con su futuro".

En ellos se aprecia una clara contradicción. Por un lado se ven a sí mismos como personas capaces de realizar múltiples tareas, de desarrollarse y prosperar, de cambiar cosas. Es natural. La juventud y las energías que trae aparejadas conducen a esa manera de pensar y de vivir. Pero esa mentalidad choca, en las mismas personas, con un creciente sentimiento de frustración, con la sensación de que muchas aspiraciones, ideas y metas no podrán ser nunca alcanzadas.

Así, los jóvenes, o al menos buena parte de ellos, piensan que antes de los veinticinco años podrán estar emancipados. Al menos eso es lo que se desprende de los resultados de la encuesta. Y no obstante los datos disponibles nos dicen que la media de edad para la emancipación se sitúa actualmente en España alrededor de los treinta años.

En cambio, si preguntamos a esos mismos chicos y chicas cómo creen que podrán independizarse, la respuesta es más o menos la misma en la mayoría de casos. Todos ellos saben que el camino será duro, quizá en ocasiones y para algunos imposible. Son conscientes de que estará marcado por la precariedad y puede que la miseria.

Una buena cantidad de jóvenes sitúa, además, su futuro independiente y su emancipación lejos de su país natal. No sueñan con marcharse, pero sí saben que deberán hacerlo y lo asumen como algo ya casi normal. Tienen su cabeza en Nueva York, Londres, París o Berlín.

Las nuevas tecnologías y la propaganda del sistema les hace creer que podrán encontrar una salida, precaria y difícil pero tangible a su parecer, en trabajos innovadores como "community managers", "personal shoppers" o "youtubers". Una quinta parte de los chicos jóvenes quieren ser probadores de videojuegos, cifra que va hasta el 7 % en el caso de las mujeres.

Y hablando de mujeres, la sensación de frustración es mayor en este segmento de la población joven. Consecuencia directa del patriarcado, institución vigente en el sistema capitalista que sitúa a la mujer en una posición de inferioridad respecto al hombre. La encuesta de Ipso señala claramente como las chicas son mucho más pesimistas respecto a su futuro que los hombres.

Todos estos datos vienen a ampliar nuestro conocimiento sobre la terrible situación que atraviesa una juventud marcada por los estragos de un sistema, el capitalismo, que es incapaz de ofrecerle un porvenir seguro y acorde con las características, los intereses y las necesidades de cada uno. En el sistema capitalista cada persona es obligada a buscarse la vida en un mundo incierto. Es una carrera de la que se puede salir con mayor o menor éxito, pero que estadísticamente supone para la mayoría precariedad y sufrimiento. Condiciones que, no obstante, abonan el terreno para que la juventud se dé cuenta de las limitaciones del tipo de sociedad en el que vive y empiece a soñar, esta vez sí se puede emplear este verbo, con otro tipo de vida.


Domenec Merino forma parte del Comité de Redacción de Tinta Roja.

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