El fundamento del capitalismo es la propiedad privada y la producción mercantil. Puesto que la sociedad capitalista se levanta sobre esta base, es lógico deducir que la superestructura (el conjunto de normas e instituciones políticas, sociales, morales...) que se erige encima de ésta estará fuertemente determinada por ella. Las relaciones afectivo-sexuales y el amor no son una excepción a la norma.
En esta época en la que reina la confusión más absoluta respecto a la relación entre las ideas y las condiciones socioeconómicas en las que germinan, no son pocos los que dedican grandes esfuerzos en plantear la posibilidad de un cambio en las relaciones sexuales y afectivas dentro del capitalismo. Aunque algunos se esconden debajo de un matojo de retórica anticapitalista, la mayoría admite en la práctica la posibilidad de lograr un cambio radical en la posición de la mujer en la sociedad y en las relaciones afectivo-sexuales mediante la pedagogía y la simple voluntad.
 
 









 
					 
					 
					 
					 
					 
					










