Crecimos con un séptimo arte totalmente dominado desde Hollywood, manejado como propaganda desde hace generaciones. No nos sorprenden las películas americanas que banalizan y normalizan la intervención y la violencia imperialista y al servicio del gran capital. Sin embargo estamos asistiendo a un auge en la carga ideológica en los videojuegos, cada vez más anticomunistas e imperialistas.
Podemos empezar por la saga Trópico, que hace una caricatura (pretendidamente humorística) de Cuba en la que un todopoderoso "Presidente" maneja a su antojo la corrupta y militarizada isla. El jugador debe complacer constantemente los deseos de la caprichosa URSS, en caso contrario, el Ejército Rojo invade la isla y el juego acaba.