Ana Escauriaza
La hípica, al igual que otros deportes como el golf o el esquí, son considerados deportes propios de la burguesía. En el caso de la equitación, amén de cuestiones de prestigio, esta consideración tiene raíces económicas debido al alto coste que supone un équido. Mucho antes de la aparición del capitalismo, en la Roma de Servio Tulio los ''caballeros'' (esto era, quien pudiese aportar caballos a la guerra) tenían su propio estatus social. Poder mantener un caballo y el prestigio que esto reportaba ha distinguido a las clases altas desde las primeras sociedades divididas en clases.
La URSS rompió con toda desigualdad posible, incluso en la hípica. Conocedores de los beneficios de la equitación (marcados en tratados desde la Antigüedad, remontándose el primero al año 3.000 a.C.) se crearon escuelas de equitación por todo el territorio y el caballo dejó de ser un deporte de lujo para ser una actividad de ocio accesible para todos y todas.



















