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Jue28032024

Última actualización09:36:03 AM GMT


Confrontación abierta contra los prejuicios elitistas de la juventud de la pequeña burguesía y la aristocracia obrera

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Muchos jóvenes de familias pequeñoburguesas y de aristocracia obrera se introducen en el movimiento estudiantil y popular al calor de la crisis general del capitalismo, que les hace empeorar sus condiciones de vida y, por tanto, proletarizarse. Pero estos jóvenes, en un primer momento, trasladan las posiciones elitistas propias de su anterior existencia como clase, las cuales frecuentemente caen en la burla hacia otros jóvenes tradicionalmente obreros con menos estudios y que trabajan en empleos peor remunerados.

La Juventud Comunista, como organización de la juventud obrera, no puede admitir este tipo de prejuicios dentro de sus filas. Los jóvenes de la pequeña burguesía y de la aristocracia obrera tienen un hueco en los CJC, pero deben asumir una conciencia obrera. Si desean mantener sus prejuicios elitistas, pueden entrar en las organizaciones del reformismo que no se plantean organizar la revolución social, sino la conciliación entre las clases.

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A todos nos resulta conocido cómo una gran parte de los que hace unos años tenían una de esas famosas PYMES, hoy han tenido que cerrar la persiana y buscar trabajo en las mismas condiciones que el conjunto de asalariados (lo que en términos marxistas se denomina "proletarización"). Asimismo, también sabemos que otro gran conjunto de esos trabajadores bien pagados que ocupaban posiciones de cierto mando en la estructura económica del capitalismo, la aristocracia obrera, también han perdido una gran parte de sus privilegios y ahora sus condiciones de vida poco o nada se diferencian de las del conjunto de la clase obrera.

No obstante, en el periodo que dichas capas pequeñoburguesas y de aristocracia obrera tuvieron aquella posición privilegiada, desarrollaron toda una forma de pensar, una ideología, acorde con su realidad social, que justificaba y legitimaba su prosperidad ante otras capas que vivían en peores condiciones. Y fundamentalmente esta capa era el proletariado, la clase obrera, tanto de la industria como de los servicios, que frecuentemente tenía peores salarios, pero sobre todo tenía un estatus social inferior en medida que su control de los medios de producción era y es nulo.

La actual crisis general del capitalismo ha supuesto para la pequeña burguesía y la aristocracia obrera un completo revés que les ha situado de pleno en una serie de contradicciones sociales que han roto sus anteriores esquemas de pensamiento. Ahora, sin negocio y sin privilegios, estas capas se ven en una posición igual a la clase obrera a la que siempre han mirado por encima del hombro. Pero su ideología de clase no cambia de un día para otro, no sucede que al día siguiente de cerrar su negocio toman conciencia de clase obrera, sino que aún siguen pensando que la colaboración entre clases es la única vía para la mejora de las condiciones de vida. Hasta entonces toda la vida les había ido así: aunque en menor medida, los pequeños empresarios se beneficiaban de las contrarreformas laborales de la gran patronal y a la aristocracia obrera siempre le caían migajas cuando incrementaban ganancias sus empleadores.

Llegados a este punto, os preguntaréis: ¿qué tiene que ver esto con la juventud?, ¿por qué es importante entender esto para comprender a la juventud actual?

La juventud somos una parte de la sociedad dividida en clases, pero no somos una clase independiente al margen de otras clases. Es decir, no hay una clase burguesa, una clase obrera y una clase "juvenil", sino que pertenecemos a una de las clases existentes.

Normalmente, hasta que no ocupamos una posición propia al empezar a trabajar, a la clase social a la que pertenecemos es a la de nuestros padres. Y, en consecuencia, nuestra conciencia también dependerá de su posición. Esto es sencillo de explicar: es en la familia donde adquirimos los valores más básicos y luego la escuela o la zona donde vivamos estará condicionada en gran medida por la clase social a la que pertenezca nuestra familia.

Hoy en día vemos cómo muchos de los jóvenes hijos de la pequeña burguesía y la aristocracia obrera se interesan por la política y se introducen en el movimiento estudiantil y popular. Estos jóvenes generalmente tienen un nivel cultural alto, pues la posición de su familia les ha predispuesto al interés por el conocimiento. Lo cual, lejos de lo que pudieran pensar muchos estudiantes, es algo extraño ya que generalmente ésta no es la realidad de la mayoría de los jóvenes.

Ojo, es completamente admisible que estos jóvenes se interesen por la causa obrera, y para ellos también hay un puesto de combate en la Juventud Comunista, pero han de cumplir una condición irrenunciable. No pueden trasladar dentro de la organización su "anterior" condición de clase, sino que deben renunciar a la posición social y la conciencia de la clase a la que pertenecían Y, por supuesto, deben asumir la conciencia de la clase obrera, estudiando el marxismo-leninismo y conociendo tanto las condiciones de vida como la forma de pensar del proletariado, mediante el contacto directo que les proporciona la intervención en el movimiento obrero u otros movimientos populares con participación mayoritariamente obrera.

Estos jóvenes no se pueden vanagloriar de su nivel cultural y ser unos continuos quisquillosos con la capacidad para expresarse en público, escribir o mismamente disponer conocimientos avanzados, pues no todas las clases han tenido el privilegio de adquirirlos.

Igualmente no se pueden contonear como pavos en referencia a los hábitos o costumbres de vida, mismamente con respecto a otros jóvenes que abandonan los estudios muy pronto para ponerse a trabajar en los empleos menos cualificados y peor pagados, porque esos jóvenes pertenecen a la clase obrera y sufren en sus carnes la explotación descarnada del capital, que además es el responsable de embrutecer su forma de vida.

Un ejemplo son las burlas hacia los mecánicos, peones de obra, repartidores, peluqueras, dependientas, etc. Los critican por su forma de vestir, su forma de relacionarse, por sus gustos musicales..., y en realidad están criticándolos por su realidad como clase obrera.

¡Claro está! Ellos son mucho más "elevados" porque visten al margen de la moda, tienen relaciones mucho más "libres", escuchan música "alternativa" y leen poesía de autores extranjeros..., cuando muchas veces saben mucho menos de la vida que esos jóvenes obreros a los que ridiculizan.

No es admisible que estas concepciones propias de la pequeña burguesía y la aristocracia obrera se den en la Juventud Comunista.

Pueden ser propias de las organizaciones juveniles del reformismo, como Podemos o la UJCE/Jóvenes de IU, que expresan el pensamiento de esas capas, pues de palabra chocan con todo lo establecido pero luego llaman a la conciliación con la oligarquía en las elecciones, en el parlamento y en el movimiento sindical, pero no de la organización juvenil de la clase obrera.

A diferencia de ellos, nuestro propósito es que la juventud obrera sea mayoría en nuestra organización, lo que nos permitirá tener capacidad de acción en fábricas, talleres y centros de trabajo, que es donde se localiza la fuerza principal para la toma del poder. Por eso es tan importante que nos mantengamos firmes en la línea clasista y confrontemos abiertamente los prejuicios elitistas de esas clases que tarde o temprano también van a formar parte de la clase obrera.

Porque en algo sí reconocemos que somos intransigentes: en la defensa de la clase obrera como la clase revolucionaria que dirigirá el proceso de derrocamiento del capitalismo. Otras organizaciones pueden tener otros programas políticos y adoptar otras formas organizativas más flexibles ya que no se plantean como objetivo organizar una revolución social. Pero nosotros sí, por eso definimos con claridad qué somos y hacia dónde vamos, así como nos organizamos en estructuras sólidas y defendemos la confrontación continua contra aquellas ideologías que se desvían del camino revolucionario.


Adrián J. Bertol es director de Tinta Roja.

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