Comienza el verano y con éste la temporada principal de fiestas en casi todos los pueblos y ciudades a lo largo y ancho del Estado. Pero al igual que en otros aspectos de la sociedad, las fiestas, en principio de un carácter popular, van mutando a un modelo que, aunque dirigido al pueblo, pretende arrastrarlo a un estilo festivo comercial propio de la cultura en el capitalismo, siempre por el beneficio directo e indirecto. Ante esto, en muchos barrios y pueblos comienzan a extenderse fiestas alternativas y populares, por y para el pueblo.

En estas fechas tan señaladas, en las que imágenes cargadas de humor y buenos deseos inundan nuestro whatsapp y películas ñoñas las parrillas televisivas, otros fenómenos navideños se mueven por las cloacas de la realidad. Hablamos de los contratos de trabajo para las campañas de navidad, una imagen que se sale de las postales navideñas, pero más real que los Reyes Magos.

El desmantelamiento de la industria española como consecuencia de la entrada de nuestro país en la Unión Europea y el despunte del "sector servicios", dio lugar a innumerables discursos que negaban la existencia de la clase obrera.

Desde su asesinato en la selva boliviana en 1967, ríos de tinta se han vertido sobre la memoria de Ernesto Guevara, "el Ché". Su imagen se ha vuelto un icono, ha sido ensalzada, pero también banalizada y mercantilizada, ha intentado ser despojada de su valor revolucionario para convertirlo en un estampado en una camiseta sin significado alguno. ¿Podríamos decir que, en este sentido, la hábil maniobra de sus peores enemigos ha triunfado?